Un año más, y con este van tres, nos lanzamos a la aventura de seguir las flechas amarillas, tras la primera parte , que nos llevó a recorrer 170 Km entre Saint Jean Pied de Port y Logroño, saltando los Pirineos y cruzando Navarra y la segunda parte en la que unimos Logroño con Burgos, andando por tierras castellanas a lo largo de 125 Km, en este año nos proponemos salvar los 230 Km que separan Burgos de Astorga, superando los temidos páramos castellanos, prueba de fuerza, mentalidad y energía de los peregrinos.
Previos 2013 (28/06/2013)
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Casi un mes de preparativos, con pequeñas acciones, hemos ido componiendo poco a poco todo lo que creíamos necesario para nuestra nueva aventura en el Camino de Santiago. Será el tercer año que dedicamos una parte de nuestras vacaciones a seguir sumando kilómetros, aunque ya tenemos experiencia, aún nace ese gusanillo dentro de nosotros cuando se acerca la fecha de la partida, esa ilusión por acercarnos al punto final donde culmina la peregrinación, Santiago de Compostela.
Este año seguimos con el mismo planteamiento que tan bien nos ha salido hasta ahora, desplazarnos en nuestro coche al punto final del tramo a recorrer que será Astorga y utilizar un medio de transporte público para alcanzar el punto de inicio, Burgos.
Como el año pasado, no se nos olvida preparar la guía del recorrido, librito que nos acompañará durante nuestra aventura con toda la información necesaria, además de donde anotamos las impresiones de cada etapa.
Acabamos de componer la mochila, seguimos afinando el material que nos llevamos, somos muy conscientes de que el peso es fundamental y que hay muchas cosas que no son imprescindibles.
Se inician hoy mismo nuestras vacaciones, terminamos de trabajar por esta temporada, por delante tres semanas de descanso, tiempo libre, desconexión, ¡ya nos hacían falta!. A la noche, cenamos con mis padres, un año más, hacen de niñeros de nuestra perrita Nirvana, mientras preparamos todas sus cosas para llevarla, ella sabe que pasa algo y nos mira triste, aunque durante una semana, se hará también sus buenas rutas por la Sierra con mi padre, que tampoco la deja parar. De vuelta a casa, a la cama temprano, toca descansar, pues mañana tenemos por delante un largo viaje.
Iniciamos el viaje (29/06/2013)
El reloj suena a las ocho, tras la ducha, preparamos el desayuno, a Isa le cuesta un poco más levantarse, pero en un rato estamos vestidos, tenemos el equipo en el coche e iniciamos el viaje.
Arrancamos a las nueve y media, camino de Madrid, se nota la «Operación Salida», tráfico intenso, sobre todo en el sentido contrario, la gente huye de Madrid, de nuevo, disfrutamos del nuevo paso de Despeñaperros, toda una delicia recordando como era antes, paramos en Puerto Lápice a repostar y tomar un café con medio bocadillo de jamón y queso, descansamos y reponemos fuerzas, sigo conduciendo pues me encuentro bien, Isa sin embargo se echa alguna siesta, casi no se entera de que rodeamos Madrid, ya cambiamos de autovía, si el año pasado subíamos a Burgos por la A1, este año, cogemos la M50 en sentido horario para tomar la A6 en dirección a La Coruña. Antes de entrar en los túneles de Guadarrama nos encontramos con el atasco del día, que no nos lleva más de quince minutos sufrir.
Después de 4Km de túnel entramos en Castilla y León, grandes llanuras se abren ante nosotros mientras dejamos el Sistema Central a nuestras espaldas, es la hora de comer y paramos en un área de servicio, junto a Espinosa de los Caballeros, está lleno de viajeros, así que esperamos un poco para tomar mesa, nos apetece comer tranquilos, de menú, judías verdes con jamón y albóndigas para Isa, salmorejo y pechuga de pollo para mi. Tras la comida, vuelta a la carretera, esta vez Isa pilota, a mí me toca una siesta, nos quedan más de dos horas, que se pasan entre cabezada y cabezada. Pasamos Astorga, pues nuestro hotel está a 2Km de la ciudad, en la misma N-VI, lo localizamos sin problemas, pues tiene estructura de castillo. Nos recibe un solitario empleado que amablemente nos atiende y nos enseña el salón del desayuno y nos lleva a nuestra habitación en un edificio separado.
El hotel es antiguo, pero cumple su función, un rato de siesta, ya en la cama, Isa con su libro electrónico, descansa a su manera, a media tarde, bajamos a Astorga, lo primero, ver dónde queda la estación de trenes para mañana, nos lía un poco el GPS, pues una calle ahora es dirección prohibida, pero finalmente damos con la tecla y llegamos a la estación, solitaria y cerrada la ventanilla de atención, en las tablas de horarios no vemos nuestro tren, así que llamamos a Renfe para consultar que todo está ok, es mejor no tener sorpresas. La operadora nos informa de que todo está bien y tendremos ese tren a su hora, (mañana veremos).
Aparcamos junto a la muralla, en un parque, cerca del centro, decidimos que es buen sitio para dejarlo al día siguiente, sobre la muralla, el impresionate Palacio Episcopal de Antoni Gaudí y la coqueta Catedral de Astorga, donde se celebra una boda de un militar, que pasa bajo el pasillo de sables al grito de «viva los novios», tras ver la catedral, nos acercamos al Palacio de Gaudí, hacía 12 años que estuve aquí, en mi primera aventura en el Camino, en bicicleta, Astorga fue nuestro punto de origen, recuerdo bien que era como el castillo de un cuento de hadas, así sigue. Justo en el momento de llegar, están cerrando las puertas del museo, así que decidimos venir mañana, antes de coger el tren. Preguntamos para llegar a la Plaza Mayor, siguiendo las indicaciones, en pocos pasos, nos encontramos en ella, donde destaca el Ayuntamiento y las figuras metálicas de leoneses maragatos que tañen la campana para marcar las horas.
Alrededor de la plaza, con soportales con columnas, bares, cafeterías, bancos, tiendas… seguimos el paseo hasta el parque que se sitúa sobre otro lienzo de muralla, vamos rodeándolo hasta pasar junto al Albergue de Peregrinos, por donde llegaremos dentro de unos días, vemos las ruinas romanas, que se encuentran en plena calle, protegidas por una estructura, entramos en la Iglesia de San Bartolomé y finalmente regresamos a la plaza mayor a tomar una cervecilla y sentarnos a cenar mientras un nutrido grupo baila canciones de cowboys en medio de la plaza, así de animados, damos cuenta de una ensalada y una pizza cuatro estaciones, como la que ayer cenamos junto a mis padres.
De regreso al coche, Isa va molesta con la sandalias, cuando se las quita, le han hecho algunas heridas en los pies, pequeños roces, esperamos que no le molesten cuando tengamos que echar a andar.
Regresamos al hotel, preparamos la ropa de mañana, que será una de las mudas de caminar. Desayunaremos temprano para estar a las 10 en el Palacio Episcopal, de esta forma verlo antes de tomar el tren que sale a las una menos cuarto… ¡Esto parece que empieza!
Visita al Palacio de Gaudí y continuamos el viaje a Burgos (30/06/2013)
A las ocho de la mañana suena el despertador, ducha, vestirse y bajar al edificio principal para desayunar. Cuál es nuestra sorpresa, cuando descubrimos que la puerta está cerrada, son las 9:00 y no hay nadie, nos sentamos en un banco junto a la puerta, mientras leemos el periódico, esperando a que alguien venga, unos huéspedes, nos dejan las llaves de sus habitaciones para que las entreguemos por ellos, sigue sin aparecer nadie al rato, así que subimos a la habitación, recogemos todo, ponemos las llaves en un sobre y las dejamos en el buzón del hotel, ya nos llamarán para pagar la cuenta. De regreso a Astorga, aparcamos en el parque junto a la muralla, justo donde habíamos previsto, a la sombra de los árboles, hay una farmacia, bares, la estación de autobuses, creemos que es un sitio adecuado.
Desayunamos junto a la catedral, café, tostada y croissant y vamos al Palacio Episcopal de Gaudí. Aunque ayer no pudimos visitarlo, hoy le dedicamos un buen rato, disfrutamos el paseo sobre la muralla y los jardines exteriores, así como la cuidada arquitectura de su interior, que iguala a lo espectacular del exterior, por dentro, se reparte en sótanos, planta pública, planta noble y planta alta, las vidrieras, la luz interior, el diseño realizado para su morador, el obispo y dar servicio a la diócesis, todo está pensado para abrumar los sentidos. Tras la visita, regresamos al coche, cogemos las mochilas y dejamos las últimas cosas que no vamos a necesitar, repasamos el coche y vamos a la estación de tren.
Hoy está un poco más concurrida que la de ayer, aunque sigue pareciendo una estación fantasma, sentados en el andén, esperamos una hora a que llegue el tren, compro agua y un refresco, algo de pan, mientras van llegando más viajeros.
El tren, puntual, llega en tiempo, un Alvia, que por dentro, me recuerda al Ave, en comodidad y espacio. Entre sueños y música, vamos completando el viaje, unas veces más rápido, otras menos, hacemos algunas paradas en estaciones, León, Shagún, Palencia y finalmente, con casi quince minutos de retraso, Burgos. La estación de Burgos está muy retirada del centro, esperamos diez minutos en la puerta hasta que llega el autobús, recorre todo un barrio nuevo, hasta que nos lleva a la Plaza de España, bajamos de él y todo nos suena, como si nunca nos hubiéramos ido de aquí, ya nos pasó con Logroño, que lo visitamos tres veces, pasará con Astorga y ha pasado con Burgos. Es tarde, así que tomamos rápidamente orientación, seguimos el Camino por las estrechas calles del centro histórico hasta el Albergue de Peregrinos, nos reciben unas hospitaleras muy veteranas, que estampan el primer sello de este año en la Credencial de Peregrino y nos acomodan en la última planta del albergue.
El albergue es un poco laberíntico, tenemos que coger el ascensor hasta la cuarta planta, pasar un pasillo y luego otro ascensor hasta la sexta planta. Dejamos las mochilas, estiramos las sábanas, para que las camas se vean ocupadas y regresamos a la calle de nuevo, son las cuatro y media, hay que comer.
Pasamos por algunos bares, pero están con la cocina cerrada, por fin, nos sentamos, dos cervezas, ensaladilla rusa, croquetas y calamares, este será el menú de hoy. Otro año más son las fiestas de San Pedro y San Pablo, parece que venimos a posta, de fiesta en fiesta, hay mucha animación en la calle, mucha gente, cada uno luciendo el color de su peña.
Regresamos al albergue, son las cinco y media, me tumbo en la cama y rápidamente cojo el sueño, Isa sale al patio a leer. Me despierta una cantaora de flamenco, probando el equipo de sonido, tras resisitirme a levantarme, finalmente me pongo en pie, creía que era en el propio albergue, pero luego descubrimos que es parte de la programación de las fiestas y se celebra un concierto en una plaza adyacente. Nosotros de nuevo en la calle, ascendemos por unas calles escalonadas, como si del Albayzín se tratase, En la parte alta, acaba la ciudad, frente a la iglesia de San Esteban, la más antigua de Burgos, por la ladera de la montaña, exuberante de vegetación, sigue una escalera de piedra que nos lleva a la base de las murallas del castillo, un amplio mirador nos regala una espectacular panorámica de la ciudad, siempre destaca sobre todo, la majestuosa catedral, el eje central del centro urbano. Seguimos subiendo y llegamos a las puertas del castillo, que decidimos visitar, aunque queda poco de la fortaleza original, nos da una idea de la importacia de la misma y la situación estratégica que tiene, pues fue ganada por los cristianos a los árabes en la reconquista, luego, su historia se marca por los ejércitos de Napoleón que la volaron en su huída.
Destaca el amplio patio central, los lienzos de muralla y el pozo del agua y galerías subterráneas, que llegan hasta el nivel de la ciudad. Regresamos en descenso a las calles de Burgos, rodeando la catedral y refrescando en nuestra memoria las imágenes que ya teníamos de su fachada principal, incluso repetimos alguna foto del año pasado, pero es tan espectacular, que no podemos remediarlo. Burgos es muy bonito. Salimos por la puerta de Santa María, que da paso al Burgos Moderno, sacamos dinero en efectivo, pues los primeros cinco días estaremos en pueblos más pequeños, compramos algo de fruta para mañana, ya que tenemos unas dos horas hasta el primer pueblo y tendremos que desayunar algo, de regreso al Paseo del Espolón, muy animado por se el día grande de sus fiestas, nos sentamos y cenamos hamburguesas caseras muy ricas, americana para Isa y de pollo para mí. Tras cenar, le hago la transferencia al hotel de Astorga, me puso un correo pidiéndonos disculpas y explicando que su compañero había sufrido un accidente por lo que no pudo llegar a tiempo.
De postre, un helado, regresamos al albergue, junto a la catedral, son casi las diez, en el salón, escribo sobre el día de hoy en mi cuaderno, después, aseo y a descansar. Mañana empieza de verdad el Camino, donde lo dejamos hace un año, tras tanto preparativo y viaje, por fin, arrancamos nuestro periplo de este año. Esta noche a las doce juega España contra Brasil la copa confederaciones, ¡A ver si gana!
Etapa 13 (01/07/2013) | |
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Resumen de la Etapa 13
Como de costumbre, la gente arranca muy temprano, por los ventanales del albergue empiezan a colarse las primeras luces del día cuando algunos ya están recogiendo sus pertenencias y listos para partir, entre vuelta y vuelta, decido empezar la jornada, no son ni las seis y media, hora a la que se anunciaba la apertura del albergue. Preparamos el equipo, nos aseamos y bajamos a la sala común, mientras nos ajustamos las botas, desayunamos un café de la máquina y un croissant con chocolate. Salimos al frescor de la calle, lo primero es pasar junto a la catedral, no nos cansamos de mirarla y tomar fotos, los primeros rayos de sol ilumian los pináculos. Las calles, anoche bulliciosas, hoy se presentan poco concurridas, lunes de resaca de la fiesta.
Las calles nos van llevando en descenso, pasando por el arco de la muralla hasta el río Arlazón, que salvamos sobre un puente, afrontando rápidamente las afueras de la ciudad de Burgos, pasamos la Universidad, alguna instalación deportiva y zonas residenciales de construcción reciente. El Camino está muy bien señalizado y no se presta a equívocos, cosa muy de agradecer, pues otras travesías suelen ser confusas. A menos de una hora, por fin, el Camino cae en pista y deja el asfalto, pasando el Desvío de los Guindales, dejamos la carretera y las últimas casas de un anejo de Burgos, por fin salimos a campo abierto, entre trigo y choperas, caminando bajo nubes que vuelan rápidas empujadas por la brisa, reinando una temperatura fresca.
Pasamos junto a una zona recreativa con columpios, salvando el arroyo del Molinar, junto a él prosigue el camino unos metros, los árboles se van separando mientras, los campos de trigo, se vuelven más amplios y frecuentes. A lo lejos aparece la carretera y un gran viaducto que enlaza con unos túneles, por medio de un puente pasamos la primera, por debajo del viaducto salvamos la segunda y el río Arlazón, en él, una placa, nos pide perdón a los peregrinos por el rodeo y nos desea «Ultreia» (Buen Camino). La pista nos devuelve a la vera de la carretera, en media hora nos plantamos en Tardajos, aquí dejamos la carretera para atravesar el casco urbano, parando en el bar a desayunar, mientras en la calle el día se va despejando, damos cuenta del café y la tostada que nos da la vida, acompañados por los ecos de los parroquianos que charlan del partido de ayer, que perdió España.
Antes de retornar al Camino, nos ponemos crema en los pies y protección solar, sudadera fuera y a seguir, paso a paso. Salimos de Tardajos, por el arcén de la carretera llegamos a Rabé de las Calzadas, el pueblo está tranquilo, en el centro, una preciosa fuente de agua fresca nos recibe, junto a ella, la iglesia se encuentra cerrada. El Camino empieza a subir por lomas de verde trigo, dejando el pueblo encajonado en el valle, al fondo, Burgos se va perdiendo en el horizonte, aún se distinguen los pináculos de la Catedral. A mitad de la subida, bajo frondosos árboles encontramos la fuente de Praotorre, aunque intentamos sacar agua con la bomba, no cae ni gota, bebemos de nuestras reservas y proseguimos la subida que nos sitúa sobre una meseta elevada, cubierta de trigo. Al poco, otra corta subida y un fuerte descenso hasta un valle, el camino se distingue perfectamente entre el trigo, varios kilómetros, jalonado por puntitos móviles, los peregrinos que avanzan hacia Hornillos del Camino, en medio del valle. Nos adelantan varios ciclistas, que se dejan caer por la pendiente, hay que tener cuidado, pues las alforjas les hacen ir un poco descontrolados.
La pista sigue prácticamente recta, cruza una carretera y llega hasta Hornillos del Camino, llevamos 20 kilómetros de etapa, el calor empieza a castigarnos, la gente, muchos de ellos, han dormido en Burgos, está parada en los bares, junto los albergues o en la plaza de la iglesia. Nosotros bebemos agua de un fuerte chorro que mana de la fuente, nos la debíamos por la que no bebimos en la de Praotorre, casi no miramos a nuestro alrededor, para que no nos capture el apacible descanso del peregrino, nos armamos de energía para afrontar la última parte de la etapa, casi 10 kilómetros. A la salida de Hornillos el Camino cambia un poco de dirección, aprovechando el valle y ascendiendo de nuevo por la ladera, sube, al poco, de nuevo vuelve al rumbo original, siempre con nuestra sombra delante nuestra. Escuchamos un motor, al girarnos, una ambulancia sube con la pista, le dejamos paso, (no volvemos a verla, ni nos enteramos de lo que ha pasado), continuamos la ascensión que nos devuelve a otra meseta, trigos y modernos molinos de viento se reparte en ella, el Camino ni se divisa, hundido entre los campos de cultivo, tras varias lomas, divisamos el albergue de Arroyo San Bol, en medio de la nada, se queda a la izquierda, bajo los árboles, nosotros continuamos, sigue la subida, el sol aprieta, en mitad de la ascensión, pequeña parada, crema en los pies que están quemando, seguimos la marcha, esto parece que no acaba, casi una hora después, un cartel anuncia Hontanas a 2 kilómetros, un poco después, otro cartel, Hontanas 0,5 Km, pero, ¿dónde está el pueblo? ¡no se ve!, al final, hasta que no estamos justo encima del pueblo, no vemos el campanario primero y luego los tejados de las casas, al que llegamos con una fuerte bajada, a su entrada, una fuente de agua fría nos recibe, en frente de la iglesia está nuestro albergue.
Decidimos parar en el primero, pues el municipal no tiene referencias, cogemos cama, preparamos la ropa y a la ducha, no se qué sienta mejor, si quitarse la mochila, las botas o la ducha. Lavamos la ropa y la tendemos. Decidimos comer en el mismo albergue, nos sentamos en la calle principal del pueblo, con la sombra de la iglesia, disfrutando de la brisa, ensalada, sopa castellana, carne de ternera y pollo guisado, helado y flan de queso, es el menú de hoy, comemos realmente de lujo, así la siesta posterior, sienta aún mejor. Isa me despierta a las seis y media, ella ha leído y dormido un poco, vemos la iglesia, por dentro muy antigua, pero bonita, bajamos por la calle principal hasta la solitaria piscina, pues hace fresquito a estas horas, nos tomamos un café y volvemos al albergue. Mientras escribo en nuestro cuaderno de bitácora, conversaciones en muchos idiomas nos rodean. Al rato viene un hombre con un furgón a montar un futbolín, entre varios le echamos una mano, nos invita a jugar, así que entre partida y partida, se acaba la tarde y se acerca la cena, una ensalada y una pizza para compartir. Tras cenar, regresamos a las habitaciones, mañana toca tirada larga, hablando por teléfono con mi padre nos repasa los hitos del día siguiente, llamativos para disfrutar, no tardamos en conciliar el sueño, vencidos por el cansancio de la primera jornada de este año.
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Perfil de la Etapa 13 |
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Camino de Santiago – Camino Francés – Imágenes Etapa 13 |
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Etapa 14 (02/07/2013) | |
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Puntos de Interés |
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Resumen de la Etapa 14
Como todos los días en el Camino la gente empieza a moverse muy temprano, hoy hay ganas de cama, cuando abro los ojos, casi todos los que descansaban en nuestra habitación ya se han marchado, así que empiezo a moverme, es casi un protocolo, recojo el saco-sábana , preparo la ropa y los objetos que llevo más a mano, (móvil, cámara, GPS, gafas de sol…) y voy guardando en la mochila lo que no necesitaré hasta la noche, me asomo a la ventana, está despejado, así que hoy, volveremos a pasar calor, toca pantalones cortos, paso por el aseo, lavado de cara y despertar a Isa. Le propongo desayunar antes de acabar de recoger, se levanta, se viste y medio prepara la mochila. Bajamos al bar y tomamos café y tostadas al fresco de la mañana, mientras charlamos con algún peregrino. Subimos de nuevo, nos lavamos los dientes, terminamos con la mochila, llenamos el agua en la fuente junto a la iglesia, todo preparado para iniciar nuestro segundo día en el Camino este año.
El Camino baja por la calle principal que desemboca en la carretera, la cruzamos y seguimos una pista que va entre campos de trigo, aún se está fresco y caminar es cómodo, los primeros rayos de sol hacen que las briznas de cereal brillen, al poco divisamos las ruinas de una solitaria torre, de la que apenas queda una esquina, erguida, apuntando al cielo, proseguimos en la misma dirección, la pista finalmente regresa a la carretera, junto a ella, unas veces por el borde y otras por el arcen, llegamos hasta el Convento de San Antón, ya en ruinas, la propia vía pasa bajos sus arcos, algo que sobrecoge realmente, adosado a sus espaldas, un albergue de peregrinos. Seguimos por la carretera, no hay mucho tráfico a estas horas, apenas nos pasan un par de coches, pero bastante rápido, así que nos pegamos al máximo al borse, al fondo divisamos el primer pueblo de hoy, Castrojériz, las casas se reparten a las laderas de un pequeño monte, en su parte más alta, las ruinas de un castillo.
No tarda en aparecer la Colegiata de Santa María del Manzano, a la entrada del pueblo, donde dejamos la carretera, justo en frente, en el bar, muchos peregrinos que salieron antes que nosotros, desayunan. Decidimos proseguir por las calles del alargado pueblo, una obra en la calle principal nos hace transitar por la paralela, al poco, retornamos a la principal, recién arreglada, seguimos el Camino, entre antiguas casas señoriales, pasamos por otra iglesia completamente en obras y al poco damos con la Plaza Mayor. Entramos en el ayuntamiento, para sellar, pero no hay nadie, de vuelta a la calle, nos sentamos en un bar a por el segundo café, acompañado de una napolitana, mientras nos aplicamos la crema antirozaduras y la protección solar. Seguimos andando, salimos del pueblo, que nos despide con una fuente, perfecta para beber antes de cruzar la carretera.
La pista sigue, en sentido contrario un hombre pasea con un perro, al que saludamos, nos pregunta de dónde venimos y a dónde vamos, contándonos un poco las dificultades de la etapa de hoy. El Camino traza con tiralíneas el campo de cultivo, frente a nosotros, una ladera que se asciende en diagonal, antes, pasamos por una especie de antiguos diques fabricados en piedra y salvamos un arroyo por un puente de madera, nuestros pies tienen ganas de cuesta, nos agarramos a las mochilas y apretamos el paso para superar el kilómetro de la cuesta del Alto de Mostelares.
En el alto, una construcción ofrece sombra a los peregrinos, nosotros proseguimos, ante nosotros se abre una llanura que se extiende hasta descender por una fuerte rampa de hormigón de unos 300 metros, ideal para matar las rodillas y los tobillos. Tras casi una hora entre campos de trigo y cereal, bajo unos árboles encontramos la Fuente del Piojo, fresca agua, que sabe a gloria, rellenamos nuestras botellas, junto a la fuente, un señor vende fruta, refrescos, etc. Nosotros seguimos, tomamos unos centenares de metros por la carretera, hasta salir a la izquierda por la pista, en suave descenso, una frondosa franja verde anuncia la presencia de un río, así es, el Puente Fitero, de época romana, salva el río Pisuerga y marca la frontera entre Burgos y Palencia, así en este punto, terminamos con la provincia de Burgos que iniciamos el año pasado en la Etapa 10 en Redecilla del Camino. Ahora el Camino cambia brevemente de dirección, paseamos junto al río Pisuerga con un gran caudal y aguas quietas.
Al poco se abre ante nosotros Itero de la Vega, casas bajas, calles vacías y un sol de justicia nos reciben en el primer pueblo de Palencia, su iglesia tiene las puertas abiertas, así que entramos a visitar este antiguo templo, le urge una rehabilitación, pero la amplitud y magnitud del mismo son importantes. Una mujer barre la entrada de la iglesia, nos sentamos en la plaza, degustamos una manzana y una naranja antes de proseguir el Camino. La salida de Itero parece una copia de la de Castrojériz, el Camino corta campos de cultivo en línea recta y al final se adivina una subida. A la izquierda dejamos una antigua aldea abandonada, nos imaginamos lo dura que sería la vida aquí.
Una nueva franja de vegetación verde nos marca el paso sobre el canal del Pisuerga, el Camino sigue su ascensión, al calor marca y los pies empiezan a quemar, en el Alto de Otero Largo divisamos al fondo nuestro destino, Boadilla del Camino, aún así, más de media hora nos separa de él, con paciencia, nos acercamos al mismo, a la par que superamos algunos peregrinos que caminan pesados y lentos por el sol y los kilómetros acumulados. Boadilla del Camino se intuye como pueblo labrador, casas bajas y de reciente construcción, calles intrincadas sin orden, pasamos el primer albergue de la entrada y el municipal, llegamos hasta la Iglesia de la Asunción junto a la que se alza el Rollo Jurisdiccional y el albergue «El Camino», que será nuestro lugar de descanso hoy. Al entrar se descubre como un auténtico oasis el peregrino en medio del páramo, precioso jardín verde intenso, con una pequeña piscina en el centro, rodeada de elementos de piedra tallada, procedentes de molinos y casas antiguas, esculturas con ramas secas de árboles… un auténtico paraíso tras una jornada larga y calurosa.
Nos ubican al otro lado del patio del edificio principal, en una especie de granero, de construcción típica leonesa, con las paredes de barro, paja y piedra, a la entrada, un salón con sofás, mesa camilla y un piano, en la habitación, una planta alta con camas sencillas, donde dormiremos, debajo, varias litera alineadas. El hospitalero, con total confianza, nos pide que nos acomodemos, nos duchemos y luego ya nos hará el registro, con total confianza.
Subimos a la sobreplanta, por una empinada escalera, dejamos nuestras cosas, sacamos el saco-sábana para estirarlas en la cama y ocuparlas, preparamos la ropa y los elementos del aseo… al descalzarme, el dolor que procedía de mis pies se descubre, dos pequeñas ampollas en cada pie, redonda como una moneda de cinco céntimos, el calor, el asfalto, la distancia, ha hecho su trabajo, a pesar de la crema antiampollas, el calzado y los calcetines, al parar, el dolor es intenso, me preocupo… es la primera vez que me salen ampollas en el camino, ahora repaso si me habré atado bien las zapatillas, en los calcetines, en la crema… pero bueno, ya están ahí, habrá que llevarlas puestas.
Tras la ducha rápida, lavamos la ropa en el patio, allí mismo la tendemos, después entramos directamente en el restaurante del albergue, Hugo, un amabilísimo y atento argentino nos atiende de maravilla, así da gusto, sopa de ajo y huevos con jamón, le cambio el vino por cerveza para beber, de postre helado y café. Satisfechos y cansados, cruzamos el patio sobre el césped y a la cama, la siesta me sienta estupendamente, todo está tranquilo y sin ruidos, Isa lee un rato y también duerme. A las seis y media me despierta y damos un paseo por lo poco que nos queda por conocer del pueblo, le preguntamos a un muchacho si hay banco, pero hasta Frómista, no hay ni banco, ni tiendas, poca cosa que ver. Vamos a la Iglesia de la Asunción, donde sellamos la credencial y escuchamos misa multilenguaje oficiada por un obispo canadiense que va a la par que nosotros haciendo el Camino.
De regreso al albergue, un baño en la piscina, recoger la ropa, escribir un rato y a cenar, ya mismo, a dormir. La etapa de mañana es casi un regalo, pues será una hora menos de ruta, además por lo que nos comentan mientras cenamos, los pueblos de referencia se suceden, así siempre tienes una idea de lo que tienes por delante. Sea como sea, hay que andarla, así que energía y fuerza para andarla, ya pasan los días más críticos que son sin duda, los tres primeros.
Cenamos en el mismo albergue, mientras charlamos con el hospitalero, ensalada y merluza para los dos, cena suave con ensalada y merluza, para reponer energías y descansar.
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Perfil de la Etapa 14 |
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Ortofofo interactiva de la Etapa 14 |
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Camino de Santiago – Camino Francés – Imágenes Etapa 14 |
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Etapa 15 (03/07/2013) | |
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Puntos de Interés |
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Resumen de la Etapa 15
Nuevo día en el Camino, antes del amanecer ya empieza el habitual meneo de gente en el barracón donde hemos dormido, es tal el ruido, que Isa y yo nos miramos y en un gesto decidimos ponermos en marcha, recogemos los enseres, nos vestimos, descendemos de la plataforma donde se ubican las camas y cruzamos el jardín para desayunar. Las ampollas de los pies pequeñas, pero justo en el centro van a ser las protagonistas de la jornada, pues en los primeros pasos ya las noto.
Nuestro hospitalero argentino nos sirve un buen tazón de café, unas tostadas y un vaso de zumo, damos buena cuenta del desayuno y les agradecemos las atenciones que han tenido con nosotros, nos colgamos las mochilas y arrancamos a andar.
La mañana es fresca, el sol empieza a tocar el Rollo Jurisdiccional y la fachada de la igledia de Boadilla, el Camino cruza el pueblo pisando tierra rápidamente, al poco de salir gira a la izquierda y se inicia una suave subida, entre campos de cereal y algunos árboles aislados no tardamos en alcanzar el Canal de Castilla, primer hito de la jornada, nos sorprende la cantidad de agua, quietud de la misma y anchura del canal, a la entrada, dos hombres trajinan cerca de la orilla, curiosos les preguntamos qué hacen, resulta de que con cestos pescan cangrejos de río, no serán los únicos que nos encontramos entregados a la misma actividad.
Seguimos por la orilla del canal, evitando las nubes de insectos y entretenidos con el discurrir del agua, a unos 45 minutos el canal empieza a girar a la izquieda, apareciendo el sistema de esclusas que salvan un desnivel del terreno, el canal fue ideado por el Marqués de la Ensenada para transportar el grano por Castilla, es una de las obras de ingeniería más importante que se llevan a cabo en la época. Sobre las mismas esclusas se salva el cauce del canal y se desciende a la entrada de Frómista, este pueblo compite con Boadilla del Camino como final e inicio de etapa, ciertamente es más grande y dispone de más servicios, Isa por ejemplo saca efectivo del banco, mientras yo le cambio las pilas al GPS, me echo de nuevo crema en los pies y relleno las botellas de agua.
A la salida de Frómista se pasa sobre un nudo de la autovía, el Camino está aislado de la calzada, lo cual se agradece, Carrión de los Condes, 18 km. reza el cartel, una inmensa recta entre campos de cultivo, el Camino en paralelo, sobre una plataforma de tierra a un par de metros de la calzada, hoy sí, los llanos de Palencia nos ponen a examen. El siguiente pueblo se ve a lo lejos, poco a poco llegamos a él, Población de Campos, nombre definitorio, será aquí donde hagamos la parada del día, café y magdalenas, de nuevo, crema a los pies y protección solar. A la salida de este pueblo hay una bifurcación del Camino, nosotros seguimos por el principal, de nuevo junto a la carretera, seguimos contando los kilómetros y pasando por los distintos pueblos que jalonan la carretera, Revenga de Campos y Villarmentero de Campos serán los siguientes. Será a 6 km. de Carrión de los Condes donde haremos una nueva parada, esta vez en Villalcázar de Sigra, para entrar en Santa María la Blanca, donde disfrutamos del magnífico templo, amplio, antiguo y profusamente decorado.
Regresamos al Camino por la otra punta del pueblo, regresando a la carretera, delante, la misma, sube por la loma, cuando coronas, se empieza a ver el campanario de Carrión de los Condes, aún queda mucho por llegar, así que poco a poco, kilómetro a kilómetro, finalmente llegamos a nuestra meta. Con los pies doloridos por las ampollas, subimos por la calle principal, entramos al Monasterio de Santa Clara, tras las rejas las monjas rezan, seguimos hasta la oficina de turismo, entramos también a la Iglesia de Santa María, nos acercamos al Albergue Parroquial pero está completo, así que siguiendo las indicaciones de la hospitalera llegamos hasta el Albergue del Espíritu Santo.
Regentado por unas monjas, nos atienden amablemente ubicándonos en habitaciones amplias con camas normales, junto a una familia que llega tras nosotros. Ducha, lavar la ropa y salir a comer. Lo hacemos en el restaurante del hostal, junto a la iglesia, donde nos recomienda mi padre, ensaladilla rusa, pastel de carpacio, estofado de ternera y pollo asado será el menú de hoy. Después pasamos por el podólogo que nos da cita a las seis, así que toca siesta. Tras el descanso, de vuelta a la consulta, me sanea, desinfecta y venda las ampollas, muy apañado charlamos sobre anécdotas de otros peregrinos, el resultado es óptimo y espero mañana poder andar con normalidad, pues nuestra herramienta fundamental en el Camino son los pies, cuidarlos es fundamental y el trabajo que hace Natxo, el podólogo es muy bueno para aguantar unos días hasta que se seque bien y se cure, además el vendaje me alivia la presión en la zona afectada.
Salimos al supermercado, compramos para la cena y el desayuno de mañana, damos un corto paseo por el pueblo, pues no quiero forzar mucho los pies. De vuelta al albergue nos preparamos un bocadillo de jamón y tomate, unas patatas fritas, aceitunas, zumo, cocacola, yogurt y plátano, cena de campeones. Subimos temprano a la habitación, a escribir en el diario y a descansar temprano. Mañana etapa con los temidos 17 kilómetros que todo el mundo comenta con pánico, pero bueno… ¡Habrá que hacerlo!
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Camino de Santiago – Camino Francés – Imágenes Etapa 15 |
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Etapa 16 (04/07/2013) | |
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Resumen de la Etapa 16
Primer día del Camino en el que empezamos antes de las siete de la mañana, me despierto temprano, incluso antes de que nuestros compañeros de habitación empiecen a moverse, el concierto de ronquidos es bestial, difícil dormir hasta que te unes a ellos… Nos vestimos y preparamos la mochila, un rato para el aseo personal y bajamos al comerdor a desayunar, zumo y un donut que en previsión compramos la tarde anterior en el super. Los primeros pasos del día por las solitarias calles de Carrión de los Condes hacen indicar que la cura de las ampollas de ayer ha sido satisfactoria, así que espero que todo vaya bien, la etapa tiene los temidos 17 kilómetros sin poblaciones, en las guías se remontan a la primera etapa (Saint Jean Pied de Port-Roncesvalles) para recordarnos una etapa con esta distancia sin localidades, aún así, creo que es cuestión de sugestión, nosotros estamos acostumbrados a hacer rutas completas incluso de varios días sin ningún pueblo, mientras haya puntos de referencia con los que sepamos por dónde vamos, todo irá bien.
Vamos ascendiendo por Carrión, pasando por la iglesia de Santa María, después por la de Santiago, variando de dirección y descendiendo hasta el puente sobre el caudaloso río Carrión, con su ribera rebosante de verde, después encontramos el convento de San Zoilo, alto y majestuoso, también es hotel y restaurante, tras una rotonda tomamos la carretera de Villotilla, estrecha y bien protegida por la vegetación, apenas sin tráfico, delante y detrás nuestra, un rosario de peregrinos viven los primeros pasos de la etapa.
A poco más de media hora surgen a la derecha los edificios de la Abadía de Benevivere, ahora privada, de aspecto abandonado y despoblado, pasamos de largo, el Camino continúa por el deteriorado asfalto, al poco la vía cambia de dirección, el Camino sigue de frente por una pista de tierra sobre la Vía Anquitana, a partir de aquí seguiremos la misma dirección, ya sin sombras, así, con la mayor de las paciencias y filosofía continuamos andando, ante nosotros el Camino es una línea recta que se pierde en el horizonte entre campos de cereal, a la derecha los sonidos de la autovía del Camino de Santiago y en el horizonte las nieves de las cumbres de los Picos de Europa.
Tras una hora tenemos la siguiente referencia, cruzando la carretera de Bustillo, en un apartadero arbolado con bancos, un bar improvisado hace el avío al peregrino, nosotros seguimos media hora más, cuando aparece otro hito, el paso sobre la Cañada Real Leonesa, marcada por unos paneles, era el paso entre Extremadura y Castilla de los transhumantes. El Camino inicia un suave ascenso, al fondo divisamos una torre, que tras casi una hora más de caminar resultará ser el campanario de la iglesia de Calzadilla de la Cueza, que se sitúa sobre la meseta, junto al cementerio, en lugar de junto a la iglesia en el pueblo que queda encajonado, al que se accede bajando una cuesta, terminando así los fatídicos 17 kilómetros.
Paseamos por las calles del pueblo, acercándonos a la iglesia que está cerrada, regresando a la entrada de nuevo tras rodear Calzadilla, paramos en el bar-hostal-restaurante, todo en uno, dos cafés y unos trozos de bizcocho para reponer fuerzas, crema en los pies y a seguir. A las afueras de Calzadilla de la Cueza tomamos el arcén de la famosa N-120 que ya fue protagonista de varias etapas en fases anteriores, pasamos sobre el río Cueza, que da nombre a varias poblaciones de la zona y seguimos por el andadero que discurre paralelo a la carretera y pone a salvo a los peregrinos del tráfico rodado.
El Camino hace una amplia curva y una subida, el siguiente pueblo es Ledigos, lo encontramos tras otra curva con descenso, así que de nuevo no lo ves hasta que te echas encima de él. Nos desvíamos ascendiendo a la iglesia que se sitúa sobre un cerrillo, pero parece abandonada, le damos una vuelta y regresamos al pueblo, entre más casas de adobe regresamos a la carretera, donde un festival de flechas amarillas nos ponen en duda, unas van hacia otra población, las otras junto a la carretera. Antes de equivocarnos, nos sentamos en un banco, sacamos el móvil y consultamos internet, claramente hay que seguir la carretera, así que rodeamos Ledigos junto a la N120 para regresar al andadero. Los pies ya se van resintiendo del esfuerzo, hoy noto los tobillos tras el mal apoyo que tuve ayer por las heridas de las plantas de los pies. Un peregrino italiano despistado sigue en un cruce por un camino erróneo, lo rescatamos y redirigimos por el correcto, siguiendo siempre la carretera.
De nuevo en una amplia curva en subida nos lleva a un alto donde divisamos el pequeño núcleo de Terradillos de los Templarios, así que armados de paciencia, superamos los últimos kilómetros, hemos dado buena cuenta de la temida etapa y estamos contentos por ello, comentándolo, nos resultaron más cansados los 18 km de andadero de Carrión de los Condes. 500 metros antes del pueblo surge en solitario, como si fuera un área de servicio, el albergue Los Templarios, decidimos proseguir para pernoctar en el mismo pueblo, así, transitando ya por sus calles, llegamos al Jacques de Molay, último comendador de la Orden del Temple, bajo cuya jurisdicción estaban estas tierras.
Ya en el albergue, la hospitalera va atendiendo uno a uno a cada peregrino, sellando la credencial, rellenando su ficha y cobrando el alojamiento, después lo acomoda en las habitaciones, de pocas literas, la nuestra tiene cuatro, lo que hace indicar que descansaremos bastante bien. Son las una de la tarde, así, abrimos las mochilas, extendemos el saco-sábana en la litera junto a la ventana, después ducha reparadora, los vendajes de los pies se han desprendido con el agua, así que de vuelta al cuarto me los quito, seco bien la zona y compruebo que está todo seco y bastante bien, sin signos de nuevas ampollas. Me pongo crema en los tobillos y pies, están resentidos de los últimos kilómetros, mientras yo reposo un poco, Isa lava y tiende la ropa, cuando vuelve bajamos al comedor y damos cuenta de una sopa y ensalada y de unas patatas fritas con bacon y huevos, acompañados de cerveza bien fría, de postre yogur y una siesta reparadora.
De vuelta a la vida, por la tarde, paseamos por el pueblo, vemos la iglesia, discreta y descubrimos las pocas calles que nos quedan por conocer. Regresamos al albergue, recogemos la ropa y a escribir un rato sentado en el patio, mientras en el sur sufren el calor, por aquí la brisa refresca la tarde, aunque las horas centrales del día, también son calurosas. Isa pide betadine y me curo las heridas de las ampollas, están bastante secas, pero hay que cuidarse mucho de que sigan mejorando.
En un rato, cenamos algo, un par de truchas para un sueño ligero, a Isa aún le pide agua el esfuerzo de hoy, me preocupa la etapa de pasado mañana, hasta León, que roza los 40 Km, habrá que plantear cómo la afrontamos, aunque no quiero pensar demasiado en ella, antes de eso, para mañana tenemos una nueva etapa de 30 km, hasta El Burgo Ranero, pasa por Sahagún, que me llama la atención y por otro buen puñado de pueblos, así que habrá que disfrutarla.
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Camino de Santiago – Camino Francés – Imágenes Etapa 16 |
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Etapa 17 (05/07/2013) | |
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Puntos de Interés |
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Resumen de la Etapa 17
Aunque nuestra experiencia en ocasiones anteriores siempre ha sido que a partir del cuarto día uno anda lo que le echen porque ya está el cuerpo hecho al ritmo del Camino, este año la quinta estapa ha roto esa «norma», Isa ha llevado un dolor de rodilla fuerte durante toda la ruta y yo he seguido con las piernas resentidas, aunque la crisis de las ampollas, por suerte, la damos por superada. Aunque esta noche descansábamos en una habitación de cuatro literas, en cuanto la gente empieza a moverse ya es difícil seguir durmiendo, así que empezamos a recoger nuestro equipo, aseo, vestirse, preparar las mochilas, crema en los pies y para abajo. Son las seis y veinte, esperamos para que abran para desayunar, café, tostadas y una magdalena, acompañados de una animada conversación con la hospitalera y Pepe «el loco del Camino», arrancando definitivamente cuando el reloj marca las siete de la mañana.
Las casas de adobe de Terradillos de los Templarios pronto dan paso a la pista que discurre ondulada entre campos de trigo, que luce amarillo, (hace un par de etapas aún lo hacía verde), mientras el sol empieza a salir a nuestras espaldas, las piernas se van desentumeciendo, intento pisar correctamente, los pies se van acoplando entre pequeños calambres que recorren desde los dedos al talón, Isa va tirando de su rodilla y se señala el ligamento exterior, así que parece que estamos hechos de recortes de maternidad, pero paso a paso vamos sumando kilómetros, alcanzando el primer hito de la jornada, a menos de una hora, Moratinos, que nos recibe con sus casas de adobe, hechas con barro y paja, la Iglesia de Santo Tomás de Aquino se sitúa en el centro del pueblo, es temprano y está cerrada, continuamos entre campos de cultivo, en menos de media hora vemos las casas cueva que nos anuncian San Nicolás del Real Camino, aquí paramos en la puerta de la iglesia, nos quitamos las sudaderas y renovamos la crema antirozamiento de los pies. Hoy va a apretar el calor, a las afueras del pueblo, el Camino se adhiere de nuevo a la N120, por el andadero que nos evita pisar asfalto llegamos a una media hora al límite entre las provincias de Palencia y León, marcadas por una lápida de piedra.
Damos un rodeo para evitar la incorporación de la autovía, en un suave descenso posterior Isa se carga aún más la rodilla, ayudándose con los bastones, sigue andando, echándo coraje y fuerza al asunto, mientras seguimos por el borde de la carrtera, con vistas ya a Sahagún, primer pueblo de León y que desde la distancia se ve más grande que todos los que hemos pasado desde Carrión de los Condes, casi cuando parece que el Camino invariablemente llegará junto a la carretera, nos regala una pequeña sorpresa, pues cruzamos la N120 y perpendicular a ella, por una pista, entre cultivos y árboles, aparece la Ermita de la Virgen del Puente, con su correspondiente puente medieval al lado, un rincón precioso que para darle más magia, dos esculturas de caballeros altas y erguidas y una losa de piedra en el suelo marcan el centro geográfico del Camino de Santiago, así pues, ¡Hemos hecho la mitad!, con la emoción del momento, seguimos, dibujando un arco y salvando de nuevo la N120 bajo un túnel que da acceso a las primeras construcciones de Sahagún, naves industriales y un gran hotel.
Pasamos junto a la estación de trenes, donde nos paramos hace días en nuestro viaje de Astorga a Burgos, por el pueblo se pierden las flechas amarillas, entre aceras, cruces, calles y señales de tráfico, la inercia nos lleva hasta la Iglesia de San Lorenzo, donde destaca su torre mozárabe, hoy en obras de restauración, por lo que no podemos entrar a visitarla. Preguntando llegamos hasta la Plaza Mayor, mientras Isa se sienta en una cafetería, paso por el Ayuntamiento para dejar constancia en nuestra Credencial de la escala en Sahagún, de paso, dejo las pilas gastadas del GPS en un contenedor específico en la puesta de la casa consistorial, un poco menos de peso… Renovamos la crema de los pies y añadimos la solar mientras nos tomamos un café en la bulliciosa plaza. Al poco, de nuevo en marcha, pasamos por el Arco de San Benito y salimos del pueblo por el puente Canto que salva el río Cea.
El Camino sigue por una pista arbolada que dsicurre junto a la carretera, la sombra de la vegetación y una suave brisa refrescan nuestros pasos, en una hora llegamos al siguiente hito, un nudo de la carretera y la autovía da acceso a Calzada del Coto, a su entrada, elegimos entre el Camino Francés y la alternativa de la Vía Anquitana, las dos opciones se unirán en la etapa de mañana. En la bifurcación, la profusión de señales en una y otra dirección es un caos, los extranjeros van confundidos y es una lástima que el interés de unas poblaciones porque pasen los peregrinos pueda producir confusiones. Para nosotros, que es nuestra primera vez, elegimos el Camino Francés, en la misma dirección que traemos, dejando el puente sobre la autovía a la derecha, la N-120 a la izquierda y tomando una estrecha carretera, con un gran monolito de piedra en la entrada. Aquí Isa se marea un poco por el dolor de la rodilla y el calor, así que la tumbo bajo la sombra del monolito, le doy agua y la refresco hasta que se recupera, mientras varios peregrinos extranjeros se van acumulando ante el monolito sin saber bien por dónde es, les indico que para seguir a El Burgo Ranero, es por aquí, ya que el de Calzada del Coto, se juntaría en la etapa mañana en Mansilla de las Mulas.
Ya recuperada Isa, ahora viene lo mejor, desde aquí serán 13 kilómetros de camino por campos de cultivo, al sol, sólo asistidos por los huérfanos árboles que arrojan una tímida sombra y jalonan el andadero junto a la carretera cada 25 ó 30 metros. Armados de mucha paciencia a una hora de pasos, nos encontramos la Ermita de la Virgen de Perales, en ella un ebanista construye la escalera del coro, sentados en un banco, al frescor del templo, disfrutamos del colorido retablo antes de proseguir, desde la misma Ermita ya se ve Bercianos del Real Camino, pequeña población que nos recibe con un estratégico bar a su entrada, nos sentamos en la sombra con dos cocacolas bien frías, sello en la credencial y un par de plátanos que llevamos en la mochila, aún quedan siete kilómetros más, a media hora del pueblo, el Camino va dibujando suaves lomas del cultivo, unas en barbecho, otras de cereal amarillo y otras de verde intenso. Pasamos el Arroyo del Olmo, con un área de descanso bastante comida por la naturaleza que va recuperando lo que el hombre le ha arrebatado. Esta será la última referencia del día.
Tras poco más de una hora llegaremos a nuestra meta de hoy, el Camino con su tónica de tiralíneas pasa bajo la autovía, mostrando a El Burgo Ranero que destaca por los silos de grano y la torre de agua hecha de ladrillo rojo. Entramos por fin en el pueblo con nuestras últimas energías, hoy hemos hecho un gran esfuerzo, bajamos por la calle principal buscando el albergue Laffi, les llamo por teléfono, pues no quiero dar vueltas, al no cogerme casi que llegamos al final de las casas encontrando el albergue «La Laguna», así que nos quedamos en este, haciendo el registro, la ducha, el lavado de ropa todo seguido. Cuando terminamos las tareas post-camino son las tres y media, así que nos vamos a comer junto al Ayuntamiento, al lado está el albergue Laffi, que es el nombre del albergue municipal.
El restaurante es del mismo dueño que el del albergue, para hoy ensalada mixta y de pasta, carrillera y atún a la plancha, regadas por un par de jarras de cerveza bien fría que nos sabe a gloria.
Antes de comer ya hemos hecho una parada en la farmacia para comprar una crema para el dolor, también hay una pequeña tienda de ultramarinos, luego compraré jabón, la cena y algo para el desayuno.
De vuelta al albergue, una buena siesta, sobre las seis y media el calor que entra por la ventana me despierta, Isa en cambio aún duerme, salgo a la calle, visito la iglesia, un chaval joven me hace de guía y sella las credenciales. Paso por la tienda que localicé esta mañana, compro todo lo que necesitaba, al momento llega el guía de la iglesia, es el hijo de los dueños de la tienda… ¡todo queda en casa!
La etapa de mañana se presenta dura, más aún después de los antecedentes de hoy, me preocupa la rodilla de Isa, por ello le propongo partirla en dos, así hasta Mansilla de las Mulas con unos 19 Km y pasado mañana ya así hasta León con otros 18 km. No está muy convencida, no quiere retrasar el regreso con nuestra perrita y eso que sólo lleva una semana sin verla, tampoco quiere romper los esquemas de días y etapas que llevamos. Sentado en la terrza del albergue, voy escribiendo el diario de hoy, con estas ideas en la cabeza, en cualquier caso, queremos seguir con el Camino, lo hagamos como sea, este nos irá llevando, nosotros deberemos de ir adaptándonos, viendo hasta dónde podemos llegar… ahora… ¡A cenar y a descansar!
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Camino de Santiago – Camino Francés – Imágenes Etapa 17 |
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Etapa 18 – Parte 1 (06/07/2013) | |
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Puntos de Interés |
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Resumen de la Etapa 18 – Parte 1
Dura noche la que sufrimos en El Burgo Ranero, el calor acumulado durante el día en la habitación del albergue tarda en disiparse, por ello, nosotros tardamos en conciliar el sueño y descansamos poco. La gente se levanta temprano, si queremos completar la etapa hasta León, nosotros debemos hacer lo propio, sin pensar demasiado, nos ponemos en pie, recogemos, pasamos por el aseo, desayunamos zumos y donuts a la puerta del albergue y arrancamos nuestra etapa de hoy.
El Camino sale del pueblo justo por la puerta del albergue, rodeando la Laguna de la Manzana, a pesar del aspecto árido del terreno, son frecuentes estos humedales, ayer ya pasamos un par de ellos, dejamos atrás la laguna y las casas y enfocamos un nuevo día de campos de cultivo y con la misma tónica de ayer, una carretera secundaria, poco frecuentada, un metro de separación y el andadero jalonado con árboles cada 20 metros. A los pocos minutos de iniciar la marcha, el sol comienza a despuntar por el horizonte, al no tener montañas que lo oculten antes, el sol sale temprano y tarda mucho en ponerse al anochecer, aprovechando todo su recorrido por el cielo, con muchas horas de luz. El paisaje es idéntico al de ayer, campos de trigo amarillo, tierras en barbecho, etc… la hilera de peregrinos es casi tan interminable como el Camino que alcanzamos a ver, puntitos de colores se van moviendo poco a poco.
Por suerte el tramo de hoy cuenta con unos pocos puntos de referencia, de esta forma tenemos la sensación de que vamos avanzando, el primero, al poco de salir, un área de descanso, que dejamos a la izquierda. El Camino prosigue sin variación mientras la temperatura sube rápidamente, hoy tendremos un día de calor, al poco ya nos quitamos la sudadera. Nos fijamos en que el horizonte montañoso que ayer era muy distante hoy ya se ve más próximo, anunciando el fin de esta gran meseta.
Isa sigue sufriendo su dolor en la rodilla, yo puedo decir que me he recuperado de las ampollas totalmente, aún así el tobillo izquierdo sigue resentido, por lo que procuro caminar lo mejor posible para no cargarlo más. Tras media hora larga de camino pasamos por el Arroyo de Valdeasneros, es excelente el tratamiento y aprovechamiento de las aguas en la zona, repartiendo el líquido elemento por canales y acequias por toda la llanura. En un rato divisamos los hangares de un campo de vuelo de ultraligeros, al sol, un operario le pasa a la pista de hierva el cortacésped. Un poco más adelante está el cruce que lleva al pueblo de Villamarco, el pueblo se ve desde el camino y han hecho un ramal perpendicular para invitar a los peregrinos a acercarse.
Nosotros seguimos, el Camino dibuja una amplia curva a izquierdas, uniéndose con las vías del tren, desciende para pasar por un túnel bajo las mismas, continuando al otro lado en una nueva curva con suave subida que al coronar, nos enseña la población de Reliegos. La entrada de la misma está jalonada por bodegas excavadas en las laderas de las lomas, hay peregrinos parados en los bares de la entrada del pueblo, nosotros proseguimos bajando por la Calle Real y a la salida del pueblo nos sentamos en un banco, tomamos un plátano y un poco de agua, Isa se toma un ibuprofeno para aplacar el dolor de rodilla. Aunque hoy teníamos previsto llegar hasta León, decidimos que es mejor partir esta larga etapa en dos y pernoctar en Mansilla de las Mulas. Así que sentados en el mismo banco, llamo al Parador de León, donde teníamos reserva para esta noche y la pospongo hasta mañana, una vez hecho, nos ponemos de nuevo en marcha, con la sensación de haber tomado una decisión correcta.
De nuevo al lado de la carretera a poco más de media hora pasamos junto a otro área de descanso, empezamos a divisar nuestro nuevo final de etapa, una población más grande que las anteriores, se nota la proximidad de León, pues la presencia industrial es más fuerte, otra media hora más nos deja a las puertas de Mansilla de las Mulas, salvamos la carretera y un barrio moderno que da paso a los restos de la antigua muralla y al casco histórico, por su calle principal bajan las flechas amarillas, paramos en la iglesia donde nos sellan nuestra credencial y seguimos hasta el albergue que aún permanece cerrado. Nos desprendemos de las mochilas y las botas y nos sentamos en un bar, refrescándonos con una cerveza.
Al final el albergue abre un poco antes de lo indicado, el amable hospitalero recibe a cada peregrino amablemente y va acomodándonos. A nosotros, cruzando el patio en la planta de arriba, elegimos la litera junto a la ventana, para combatir el calor de las noches. Ducha, lavar la ropa, la rutina de todos los días, la verdad es que la etapa de hoy nos ha sabido a poco, aunque no hemos querido forzar nuestro cuerpo, la mente tenía hoy la cifra de 40 km bien grabada. De nuevo en la calle, pasamos por la farmacia a compar ibuprofeno, después a un restaurante que nos recomienda el hospitalero, en la barra disfrutamos de una cerveza mientras es la hora de comer, acompañados por la amable conversación con un parroquiano que nos cuenta media vida. Subimos al salón de arriba, con una decoración llamativa, se ve que es un sitio de postín y nosotros con estas pintas… nos ayuda el camarero a elegir, para abrir boca unos rollitos crujientes de queso, de plato fuerte carrillera para Isa, para mí, bacalao, que según mi padre es lo mejorcito de la zona.
Tras la comida, vuelta al albergue, siesta de la que el calor nos despierta y después salimos a la calle, compramos una rodillera para que Isa pueda caminar mejor, nos acercamos al río para ver el Esla y su puente, la muralla de Mansilla y buena parte del casco histórico, después visitamos el museo etnográfico, donde aprendemos mucho de la historia, usos y costumbres de los leoneses originarios. Pasamos por el súper para comprar la cena y el desayuno, a la vuelta, regresamos al restaurante del medio día, con una nueva cerveza hacemos un poco de hora para la cena, para que refresque el día. Lee Isa, escribo yo mi relato y charlamos con peregrinos con los que compartimos Camino en los últimos días.
De vuelta al albergue, cenamos y nos preparamos para dormir, mañana por fin llegamos a León, al tener una etapa corta, nos permitirá también disfrutar más de la ciudad y del descanso del parador. La noche va cayendo y aún hay bastante jaleo en el patio, parece que hoy los extranjeros que están haciendo su peregrinación tienen pocas ganas de descansar…
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Etapa 18 – Parte 2 (07/07/2013) | |
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Resumen de la Etapa 18 – Parte 2
Hoy escribo probablemente desde el sitio más antiguo y silencioso en que lo haya hecho antes a lo largo del Camino, cada día, al finalizar la etapa, tomo mi libreta y la relleno con las impresiones, anécdotas, momentos, descripciones, etc… que luego traspaso a estos artículos, hoy me encuentro sumergido en el recogimiento y la quietud de la antigua biblioteca del Hostal de San Marcos, hoy Parador de Turismo y Museo de León, en sus orígenes del siglo XII fue el Hospital de Peregrinos de la capital castellana, aunque el actual edificio data del siglo XVI y XVII de estilo renacentista con una impresionante fachada plateresca.
La biblioteca se sitúa entre el claustro y la Iglesia de San Marcos, en una segunda planta, tal es así, que un balcón se asoma hacia el interior del templo y una puerta de paso directo al coro con su sillería labrada en maderas nobles bajo un rosetón de vidrio espectacular. Es un edificio digno de ver y admirar, para un peregrino es un lujo poder pernoctar aquí y tener la sensación de que estás viviendo el Camino como hace siglos se pudo vivir.
La etapa de hoy completaba la que inicialmente teníamos previsto desde el Burgo Ranero y que ayer decidimos terminar en Mansilla de las Mulas, por ello pasamos de una tirada de 37 km a dos partes de unos 18 km, no sólo más llevaderos, sino que además nos han permitido conocer Mansillas de las Mulas, que tiene bastante carga para el peregrino (iglesias, museos, servicios…) como para merecer un final de etapa y además nos ha permitido conocer muy a fondo León y poder visitar diversos monumentos sin prisas y con tiempo para disfrutarlo a fondo.
Anoche nuestro grupo de extranjeros montó un buen guateque en el albergue de Mansillas, a las once de la noche tuve que asomarme por la ventana al patio y pedirles silencio, a la mañana, eran las cinco y ya empezaban a moverse. Ciertamente estos días el calor aprieta y el miedo a las horas centrales del día le pide al cuerpo hacer un esfuerzo en contra del reloj y madrugar un poco más. Yo lo tengo claro, aunque de buenas ganas me quedaría durmiendo, es inútil pelear con los ruidos de cada peregrino levantándose y recogiendo, así que al poco de empezar el meneo salto de la litera, se que Isa ya está despierta y empezamos a preparar la partida. Después del aseo, en el patio del albergue, ahora fresco, aunque ayer fue un horno, hacemos los últimos preparativos y desayunamos un zumo con algún dulce.
Nos ponemos en marcha mientras el sol anuncia su salida pintando el cielo de azul claro, bajamos por la calle y a pocos metros, junto a la muralla, salvamos el río Esla por un puente. Como ha sido habitual en las últimas etapas, el Camino se adosa a la carretera, eso sí, la vegetación ya no la componen sólo campos de cultivo, arboledas y arbustos ayudan a hacer el ambiente más fresco. En los primeros pasos, notamos nuestros puntos de dolor que nos acompañan estos días, Isa con la rodilla yo con el tobillo, la rodillera, la crema y el ibuprofeno nos ayudarán a no pasarlo tan mal. El primer pueblo, a 4,5 km es Villamoros de Mansilla, en este punto el Camino se incorpora al arcén de la carretera nacional para pasar el núcleo urbano, a la salida, vuelve a situarse fuera de la calzada por el andadero, haciendo el paso del peregrino más cómodo y seguro.
El sol, poco a poco, va ganando altura, hoy de nuevo será un día caluroso, mientras pasan los kilómetros, vamos entrando en calor, ganando ritmo y ligereza en nuestros pasos, tras 20 minutos nos internamos en un bosque para salvar un nuevo río por una pasarela peatonal, que nos evita discurrir por el puente original, estrecho, por donde pasa el tráfico. Tras el puente, suena música y diversas casetas nos indican que están de fiestas. Las flechas amarilla nos llevan a la calle principal de Puente Villarente, pasamos junto a la famosa para de autobús, al lado de la peluquería que mi padre tanto nos ha insistido que usemos para llegar a León, pues la entrada en las grandes ciudades es penosa y dura para el peregrino, nosotros acabamos de empezar hace menos de una hora, hemos entrado en calor y vamos aguantando bien, así que decidimos proseguir. Casi superado el pueblo, el Camino se desvía por la derecha, alejándose de la carretera entre campos de cultivo, árboles aislados y algún descampado. Poco a poco, sin darnos cuenta, vamos ganando altura, pasamos por detrás de algunos edificios y vemos el siguiente pueblo, justo a la entrada, una empinada rampa de cien metros nos da la bienvenida a Arahueja. Ya estamos a las puerta de León, aunque aún no lo hemos visto, decidimos que es el sitio indicado para desayunar, seguimos las indicaciones que nos llevan a la cafetería que se sitúa junto a la iglesia a unos 60 metros a la izquierda del Camino. Nos atiende una amable mujer, cafés y tostadas y a seguir la ruta.
De nuevo andando, seguimos ascendiendo, restando la distancia que nos queda por cubrir, dejamos abajo a la izquierda la población de Valdelafuente, su iglesia casi está al pie del Camino, seguimos subiendo, hasta una zona más alta donde tenemos la sensación de que hemos llegado a la cota máxima, pues las antenas de televisión y repetidores del monte cercano ya están a nuestra misma altura, León tiene que estar detrás de ellas. Descendemos suavemente hasta las espaldas de unas naves industriales, regresando a la carretera, antes de una rotonda, el Camino se desvía a la derecha, para pasar por el borde sobre el talud de la glorieta y de nuevo descender al otro lado, ahora salvamos la autovía por una pasarela doble, dando vistas por fin a la ciudad de León, donde destacan las torres de su catedral al fondo. ¡Ya estamos aquí!, pasamos por la sede de Caja España y entramos en Puente Castro que es ya un barrio de León. Bajamos por la calle principal, con mucho cuidado para superar los escalones de las aceras, las rampas de las cocheras y seguir las flechas. Pasada la iglesia, nos desviamos por una calle a la izquierda, que nos lleva a superar el río Torio por una pasarela al puente original del siglo XVIII, que el tráfico moderno ha colapsado.
seguimos las flechas amarillas por amplias avenidas durante 20 minutos, poco a poco las calles se van estrechando hasta que encontramos uno de los pliegos de la antigua muralla medieval de León, tras superarla, entramos en el casco histórico de la ciudad, por calles empedradas de edificios más bajos y señoriales. Hacemos una pequeña parada en una iglesia que encontramos a la derecha, de nuevo en la calle, al poco nos desviamos a la izquierda, pasando por la plaza del Ayuntamiento Viejo, en plena plaza, un buen puñado de Porsche descansan aparcados, procedentes de una concentración de esta marca. Miramos a nuestra derecha y nos vemos sobrecogidos por la arquitectura de un palacio muy parecido al de Astorga, resulta que también es obra de Gaudí, es la sede de Caja España, llamada casa Botines. Proseguimos en la calle dónde se ubica dicho edificio en sentido ascendente, entre casas comerciales, cafés y restaurantes, de pronto, la calle da paso a una inmensa plaza donde se erige en su centro, limpia y luminosa la espléndida Catedral de León, su proporción es perfecta, el color claro de la piedra, conjuntada con las amplias vidrieras la hacen una visión casi mágica, ¿qué sentirían los peregrinos hace mil años al llegar aquí?
Tras varias fotos, pasamos por la Oficina de Turismo, amablemente sobre un plano nos indican qué tenemos que ver de León, la Catedral está cerrada por los oficios del domingo hasta las dos, aún así nos sellan nuestras credenciales, luego volveremos. Decidimos ir al palacio de Gaudí, pero está cerrado, en frente, aparacado, un tren turístico, nos montamos y nos damos un paseo de media hora por el centro de la ciudad, nos ayuda a ubicar todos los monumentos y de paso, a descansar las piernas, no olvidemos que traemos 19Km de etapa y seguimos con nuestras mochilas. De regreso a la parada, caminamos hasta la Real Colegiata de San Isidoro, compramos la entrada para la visita guiada, se ofrecen a guardar nuestras mochilas, gesto que agradecemos enormemente. Como queda media hora para la visita, salimos a la gran plaza y nos sentamos a refrescarnos con una cervecilla sentados a la sombra, pues el calor ya es implacable. Volvemos a la Real Colegiata, nos enseñan la Sala de Sancha, Reina de León, donde los Reyes escuchaban misa, ahora alberga multitud de piezas de orfebrería, luego pasamos por la impresionante biblioteca, plagada de innumerables libros, pergaminos e incunables, finalmente bajamos a la cripta, en la que destaca un techo profusamente pintado, muy colorido, del siglo X y XI, en el que se muestran distintos pasajes de la biblia. Antes de terminar la visita, disfrutamos del espléndido claustro, al que todos damos la vuelta. La iglesia anexa la visitamos antes de empezar misa por nuestra cuenta.
Recuperamos las mochilas una vez terminada la visita, regresamos al bar de la plaza, aquí comeremos hoy, ensalada césar para abrir boca y un calzone para compartir, la verdad es que está tremendo, comemos de lujo, muy bien atendidos y nos quedamos más que satisfechos.
Aún no hemos terminado nuestra visita cultural, volvemos a la catedral, son poco más de las dos, el templo está tranquilo y hay pocos turistas, tras comprar las entradas, se ofrecen a guardarnos las mochilas, de nuevo, es de agradecer. Esta vez, un audioguía será nuestro ayudante para entender este magnífico conjunto arquitectónico, gracias a él, vamos pasando por las distintas salas, mientras nos explica el contexto histórico de la construcción, la forma de construirla y las sucesivas restauraciones, realmente es una maravilla digna de visitar y disfrutar. El juego de la luz con las vidrieras es único, una auténtica joya, difícil de describir. Simplemente, no es posible pasar por León, sin conocerla.
Tras la visita a la catedral, se sale a la calle y rodeando la fachada principal, se pasa al claustro, donde enormes piezas de piedra nos sorprenden, en su centro descansan pináculos, esculturas originales de la fachada, retiradas para su conservación y que aquí se exponen. Existe también un museo, pero decidimos no entrar por el tiempo que conlleva la visita. Ya en la calle, recuperamos de nuevo nuestras mochilas y paseamos por las calles del centro hasta salir a una amplia avenida que nos lleva directos al impresionante Hostal de San Marcos, su fachada te sobrecoge y es difícil dejar de mirala, pero el interior es aún más impactante, hoy seremos peregrinos medievales, pernoctando en un hospital de peregrinos. Tras dejar nuestras cosas en la habitación, es obligatorio el paseo por el claustro, dividido en dos plantas, la sala capitular y la biblioteca donde ahora escribo. El sitio es realmente encantado y maravilloso, es fácil transportarse a sus orígenes y saborear siglos de historia que están unidos al Camino de Santiago.
Después de tantas experiencias en sólo media jornada, volvemos a la rutina diaria, ducharse, lavar la ropa, preparar las cosas del día siguiente… la ducha de hoy sabe a gloria y la disfrutamos, disponer de tu baño privado es un lujo que se aprecia mucho, cuando ya llevas una semana compartiendo con muchos otros peregrinos de albergue en albergue. Como un lujo es la siesta en el silencio, sin interrupciones y fresquitos.
Al despertar, paseamos por los jardines, por el claustro y las distintas dependencias. Salimos a la calle sin poder dejar de mirar el lugar donde nos hospedamos, es un edificio magno. Andamos un rato por el paseo junto al río, la gente pasea, pesca, charla animadamente en los bancos… Llegamos hasta el restaurante McDonalds, Isa tenía antojo, cenamos allí y volvemos de nuevo dando un agradable paseo. Cuando llegamos, el sol ya se pierde por el horizonte y los focos empiezan a iluminar los detalles platerescos del Hostal de San Marcos, haciéndolo nuevamente destacar.
Dejo a Isa en la habitación, yo necesitaba hoy escribir en este silencioso lugar mágico, cuántos monjes y peregrinos habrán compartido conmigo este espacio… Mañana volvemos a la rutina del Camino, aunque hoy descansaremos como auténticos Reyes de León, peregrinos privilegiados. Para la próxima etapa, 26 kilómetros hasta San Martín del Camino, creo que los aguantaremos bien y ya sólo nos quedará una nueva jornada hasta Astorga, a pesar del sufrimiento… ¡Qué rápido se pasan los días!
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Perfil de la Etapa 18 – Parte 2 |
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Ortofofo interactiva de la Etapa 18 – Parte 2 |
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Camino de Santiago – Camino Francés – Imágenes Etapa 18 – Parte 2 |
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Etapa 19 (08/07/2013) | |
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Puntos de Interés |
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Resumen de la Etapa 19
Amanece en León y nosotros en el Parador,hoy el despertador suena a las siete, es el primer día desde que iniciamos el Camino que la activo, hasta ahora me dejaba levantar por los peregrinos. Tomar una ducha a la mañana después de una noche que has dormido del tirón y descansado como nunca en la última semana, es un auténtico privilegio que se valora al máximo. Bajamos a la primera planta, tras haber preparado el equipo, el desayuno se sirve en el Salón del Peregrino, café y una buena tostada de jamón, queso y aceite de oliva, fruta fresca y zumo de naranja, ¡que maravilla!. Volvemos a la habitación, último paso por el aseo y vuelta a la recepción para el checkout.
Salimos del Hostal de San Marcos, cuya portada plateresca recibe el baño de los primeros rayos del sol, justo al poner el pie en la calle ya estamos pisando el Camino, a la derecha cruzamos el puente sobre el río Bernesga, afluente del Esla. Acto seguido, enfocamos una amplia avenida que nos aleja del centro de León entre edificios de nueva planta, las flechas amarillas se van repartiendo por el suelo, farolas y señales de tráfico. Damos paso a una avenida más estrecha, con más tráfico, en una curva de la misma a derechas, nosotros nos desviamos de frente, pasando junto a un crucero, ascendiendo por una pasarela que salva las líneas del ferrocarril, al volver a la altura de la calle, la avenida se incorpora de nuevo a nuestra derecha, junto a ella seguimos un rato, desviándonos de nuevo a la izquierda ya por varias calles más estrechas, iniciando una subida, encontrando también casas más residenciales, incluso algunas bodegas excavadas en la tierra que dan paso a un polígono industrial. En este punto, vista atrás, desde el altozano, a nuestros pies se extiende toda la ciudad de León, donde claramente destacan las torres de la Catedral y al otro lado, los montes por los que ayer llegábamos la ciudad.
Proseguimos entre naves industriales, el sol ya empieza a calentar, de nuevo, preludio de un día caluroso. Terminamos de subir y coronamos el polígono industrial encontrándonos de nuevo con la famosa N120, al poco entramos en el pueblo de Virgen del Camino, muy marcado por la presencia de la carretera que lo parte en dos, casi a su salida, se encuentra la Basílica de la Virgen del Camino, de estilo modernista y de obligada visita. De vuelta al Camino, tenemos una nueva bifurcación, nosotros seguimos con nuestro Camino Francés, como siempre, que discurre paralelo a la carretera, pasando por la Fuente del Cañín, prosiguiendo por la vía de servicio, junto al cementerio y algunas naves industriales dispersas. A unos veinte minutos nos encontramos con un nudo de la autovía, el Camino dibuja una curva para salvarla por un túnel, al otro lado, asciende un poco para luego regresar junto a la carretera de la que ya no nos despegaremos hasta final de etapa.
No tardamos en llegar al siguiente pueblo, Valverde de la Virgen, que se reparte a ambos lados de la nacional, a menos de media hora, el siguiente, San Miguel del Camino, casi gemelo al anterior, de no ser porque nos encontramos a Agapito, un amable vecino que nos ofrece fruta, galletas, nos sella nuestra credencial y nos invita a tomar un respiro antes de acometer los siete kilómetros que nos separan del siguiente pueblo. Por esta distancia, merece la pena hacer una parada en el bar que encontramos a pocos metros, un par de cocacolas y una napolitana de chocolate, apetece dulce. A la salida del pueblo una fuente en la que rellenar nuestras reservas de agua, un pequeño chorro de agua mana de la boquilla, nos cuenta un vecino que desde que abrieron la embotelladora, ha perdido presión. Proseguimos por el andadero junto a la carretera, amplio, con poca sombra y recto, hay poco que hacer, salvo caminar, saludar a los camioneros, cantar, charlar, intentar no desesperarse mucho, en definitiva. El tramo tiene algunas naves sueltas, campos de cultivos o urbanizaciones que van jalonando la carretera y lo hacen más ameno dentro de lo que cabe.
Tras esos 7 kilómetros aparece Villadangos del Páramo, el Camino cruza al otro lado de la carretera para atravesar el núcleo urbano por la calle principal del pueblo, junto al Ayuntamiento, una fresca fuente nos alegra un poco el retorno a la carretera, que se hace por un corto túnel vegetal frondoso, fresco y verde, que contrasta aún más a su salida, con el oscuro asfalto junto al cual proseguimos. Ahora junto a la pista discurre una acequia de gran caudal, el sonido del agua nos acompaña, haciendo que parezca que hace menos calor. Al fondo divisamos el final de etapa de hoy, una hora nos llevará alcanzarlo, justo cuando el sol hace incompatible caminar.
San Martín del Camino vive también partido por la carretera, el primer albergue se sitúa a unos 200 metros del pueblo, decidimos seguir hasta el municipal, gestionado también por los que gestionan el privado de Santa Ana. Hacemos el registro y pasamos dentro, hay pocos peregrinos, el sitio está limpio y es digno y lo mejor, es muy fresco, así que descansaremos seguro. Se incia aquí el protocolo de todos los finales de etapa, ducha, lavar ropa, tender… para comer, vamos al Albergue de Santa Ana, un poco más arriba, disponen de restaurante y de menú nos ofrecen ensalada de pasta, ensalada mixta y de plato fuerte lomo, pimiento rojo asado y patatas fritas. Satisfechos tras la comida, de vuelta al albergue, disfrutamos de una plácida siesta, fresquitos, de la que nos levantamos rozando las siete.
Damos una vuelta por el pueblo, llegamos a la iglesia, cerrada, bajamos al supermercado, compramos la cena y el desayuno. Aquí hay poco que hacer. Junto al albergue nos sentamos en el bar mientras, algunos vecinos, se van reuniendo, para esperar al fresco de la noche con una cervecita, mientras van contándose la vida y milagros de los parroquianos. Nosotros hacemos lo propio, escribiendo en el diario la etapa de hoy.
Ha pasado una semana desde que arrancamos la aventura de este año, más de 200 km de Camino van en nuestras mochilas, a pesar de los problemas físicos que hemos sufrido, del calor y de las largas etapas llanas con pocos alicientes, todo pasa como un rayo, rapidísimo y nos vemos aquí, en las puertas de la última etapa de esta fase, volvemos a saborear lo agridulce, entre la felicidad de haber cumplido con el objetivo y la tristeza de despedirnos un año más de esta forma de viajar…
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Perfil de la Etapa 19 |
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Ortofofo interactiva de la Etapa 19 |
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Camino de Santiago – Camino Francés – Imágenes Etapa 19 |
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Etapa 20 (09/07/2013) | |
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Puntos de Interés |
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Resumen de la Etapa 20
La etapa que este año cierra el ciclo nos lleva a recorrer los casi 25 km que separan San Martín del Camino de Astorga. Como cada día, la jornada se inicia temprano, aunque sólo somos nueve peregrinos pernoctando en el albergue, cuando empieza el movimiento de la gente nos despertamos nosotros también, es difícil aguantar en la cama mientras la habitación se llena del ruido de cada uno recogiendo su equipo, pero además estos días aprieta el calor y caminar a partir de las once de la mañana es duro, a eso añadimos que cuanto antes lleguemos a Astorga, antes iniciamos el camino de regreso a casa.
Después del aseo personal, vestirnos y recoger el equipo, desayunamos zumo y algún dulce que teníamos preparado de la tarde anterior, crema en los pies, ibuprofeno para mitigar el dolor de rodilla de Isa y mi dolor de tobillo y nos ponemos en marcha.
Los primeros compases nos llevan a atravesar el pueblo por la acera, junto a la N120, al terminarse las casas, salvamos un canal de riego y nos internamos en un bosquecillo que de nuevo nos deja en el famoso andadero, protagonista indiscutible de esta fase del Camino, tanto por delante como por detrás, los peregrinos son un rosario de puntos de colores que deambulan junto al ruidoso tráfico de la carretera de esta mañana de martes. El primer punto de paso es un amplio canal que transporta agua del embalse de la Cerrajera, un poco antes de pasar sobre él, el andadero desciende del nivel de la carretera internándose en un túnel boscoso conformado por arbustos y árboles,estos son los pequeños rincones que gustan, tras salvar el canal, la pista se desvía a la derecha, dando vista al primer pueblo de la jornada, Villares de Órbigo, al que llegamos entre campos de cultivo y casas unifamiliares que dan paso al casco antiguo, donde se abre el impresionante puente del Paso Honroso, que supera el cauce del río Órbigo y une a las poblaciones de Puente y Hospital de Órbigo. Antes de pasarlo, nos asomamos a la iglesia que está cerrada, volviendo al momento a la entrada del puente.
El puente es espectacular y sobrecoge verlo en su conjunto, es la suma de distintos estilos, cada uno bien diferenciado, lo que aumenta su aspecto de antigüedad, millones de personas habrán pasado por él, miles de historias, cientos de leyendas, como la de Suero de Quiñones, que retó en 1434 a todo caballero que quisiera cruzarlo, esta leyenda se recrea por los vecinos, durante las fiestas, en las que se celebran justas al estilo medieval. Aunque ahora el río Órbigo ocupa sólo dos ojos del puente, la anchura del cauce la ocupa una explanada verde. Al otro lado, ya estamos en Hospital de Órbigo, que debe su nombre al gran Hospital de Peregrinos que se ubicó aquí. Decidimos parar a desayunar en el bar junto al puente, pues dispone de un bonito mirador sobre él, café y tostadas con vistas a la historia. De nuevo en el Camino, recorremos las calles, comprobando como puede ser una buena elección como final y principio de etapa, a las afueras tenemos una nueva bifurcación, de frente continua el trazado histórico, junto a la N120, la segunda camina por Villares de Órbigo y Santibañez de Valdeiglesias por campos de cultivo y lomas de matorral, encinas, robles y chaparros. Como llevamos tantos kilómetros de andadero por la carretera, nos decidimos a tomar la segunda opción.
Una amplia pista discurre entre verdes campos de cultivo, al fondo, muy cerca, se ve nuestro siguiente pueblo, en menos de media hora nos adentramos en Villares de Órbigo, el Camino va zigzagueando por las distintas calles, poco antes de salir, un vecino nos ofrece melón con jamón y galletas amablemente, charlando un rato con nosotros mientras probamos el manjar. Salimos del pueblo, una pista entre chaparros va ascendiendo poco a poco, veinte minutos después nos encontramos con una estrecha carretera, la tomamos y seguimos la ascensión hasta coronar un collado, donde damos vistas a Santibañez de Valdeiglesias que se encaja en un estrecho valle. Descendemos por la carretera, en breve estamos en un nuevo pueblo, esta vez podemos entrar a la iglesia, que conserva el campanario de la construcción original, provocando un curioso contraste de estilos constructivos, pues la nave principal es de nueva construcción. Sellamos nuestra Credencial de Peregrino y proseguimos con las flechas amarillas.
El Camino prosigue en ascensión por una pedregosa pista, paramos para acariciar las vacas y terneros que descansan en un corral a las afueras del pueblo, proseguimos eligiendo las partes más limpias de la pista, pues el pasar continuo de peregrinos ha ido propiciando pequeños senderos dibujados sobre la pista. Poco más de un cuarto de hora caminando nos da paso al siguiente punto, una cruz junto a una curiosa escultura en la que el pueblo quiere agradecer el paso del peregrino. A partir de este punto, nos resta un bonito tramo de montaña, rodeados de encinas, robles, chaparros y algún campo de cultivo aislado, acometemos unas cuantas bajadas, subidas y bajadas, a una hora, una gran recta en la que se ubica una solitaria casa en cuya puerta se ofrece agua y fruta al peregrino, da paso a la vista sobre el valle donde se ubica Astorga, el Palacio Episcopal y la Catedral se distinguen perfectamente desde aquí. Seguimos andando en un suave descenso que nos lleva al Crucero de Santo Toribio, en este punto se junta el ramal del Camino que transitaba junto a la carretera, desde el crucero, estamos a las puertas del siguiente pueblo, San Justo de la Vega.
Un fuerte descenso de hormigón, que castiga un poco más nuestras articulaciones, nos deja en las primeras casas de la población, el calor empieza a apretar, así que no nos entretenemos demasiado, volvemos a adosarnos a la N120, casi al final del pueblo está la iglesia, la rodeamos para encontrar la puerta, está cerrada, pero una amable mujer llega en bicicleta y nos abre para permitirnos visitar el amplio templo de nueva construcción que aún conserva el campanario barroco. Tras sellar la Credencial, continuamos, a las afueras del pueblo salvamos por una pasarela junto a la carretera el río Tuerto, unos pocos metros más adelante, abandonamos la acera para tomar una pista que pasa junto a algunas casas y a las espaldas de unas naves industriales con aspecto abandonado. El blanco de la pista es casi nuclear, el sol da de macetilla, así que casi vamos deslumbrados, así llegamos a un pequeño puente de posible origen medieval que nos ayuda a superar las cristalinas aguas del río Jerga, al momento, nos topamos con una pesada y tortuosa pasarela metálica que nos permite superar las vías del tren, ya al otro lado, de nuevo en el suelo, nos encontramos en las primeras calles de Astorga, incluso con el primer albergue.
Cruzamos la carretera junto a la rotonda que luce el nombre romano de la población «Asturica Augusta», tras una calle de enlace, el Camino toma una fuerte subida, gira primero a izquierda y luego a derecha sin dejar de subir hasta alcanzar rápidamente el centro de Astorga, justo al lado del albergue de peregrinos y la capilla de la Veracruz, justo en la plaza, a las puertas de un parque, una hermosa escultura da la bienvenida al peregrino. Tomamos la calle de la derecha, hacia donde mira el inmóvil peregrino de metal, todo nos suena, hace poco más de una semana paseábamos por aquí, mucho hemos vivido y andado desde entonces, pasamos junto a las ruinas romanas, parada obligada, continuamos por la estrecha calle, hoy cortada por haber mercadillo, que da paso a la Plaza Mayor, donde destaca el Ayuntamiento y el reloj, cuya campana es tañida por una pareja de Maragatos que marcan el ritmo de las horas. Seguimos rectos, ya estamos aquí, casi no nos creemos que hayamos terminado, no sólo la etapa, también ponemos fin a estos ocho días de Camino, superando la parte que tanto respeto nos daba, los páramos y los llanos de Castilla y León, ¡ya están hechos!.
Entramos en una tienda de la calle que baja desde la Plaza Mayor, compro mantecados, dulces y chocolates típicos de la zona, para llevárselos a mis padres, que han cuidado toda la semana de nuestra perrita. Acto seguido pasamos por el Palacio de Gaudí, donde sellan nuestra credencial, hacemos lo propio en el museo de la Catedral, donde también sellamos, cada año, el cuño de la catedral de la ciudad a la que hemos llegado ha sido el último.
Tras cumplir con esos últimos «deberes» con la credencial, la volvemos a guardar en nuestras mochilas, hasta el año que viene, pasamos sobre la pasarela metálica que supera los restos de la antigua muralla, junto a ella, en el parque nos espera nuestro coche pacientemente bajo la sombra de los árboles. Así se completa nuestro Camino, justo en el punto donde salimos. En el coche nos aseamos un poco, nos cambiamos de ropa, con la pequeña maleta que habíamos previsto para nuestra llegada, iniciamos pues, el regreso a casa.
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Camino de Santiago – Camino Francés – Imágenes Etapa 20 |
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El Regreso (09/07/2013)
Hoy ya escribo desde la tranquilidad y el descanso de casa, hoy ya ha pasado todo, ya vivimos con la agradable sensación de haber completado una nueva fase de nuestra aventura, sensación que lucha por superar a la añoranza de abandonar de nuevo esa forma de vida que el Camino te propone, sin preocupaciones, sin noticias ni televisión, viajando de pueblo en pueblo, parando cuando estás cansado, durmiendo cada día en un sitio distinto, con todo lo que necesitas en tu mochila, conociendo a tanta gente y viendo tantas caras distintas.
A la salida de Astorga paramos en la gasolinera, un rápido lavado al coche para eliminar los restos de hojas de los árboles bajo los que nos ha esperado, así como los insectos del viaje de subida. Ya en carretera paramos tras una hora de viaje a comer en un área de servicio. Tras pasar los túneles de Guadarrama nos encontramos con la gran intensidad del tráfico de Madrid. Paramos de nuevo en Puerto Lápice para repostar y cambiar de conductor, Isa ya seguirá hasta Granada. Entre Valdepeñas y Despeñaperros una gran tormenta va barriendo la meseta.
Llegamos a Granada, lo primero es pasar por casa de mis padres para recoger a Nirvana, cómo la hemos echado de menos, mientras nos alegramos del reencuentro, compartimos los detalles del viaje con ellos, completando así todo el viaje.
Un año más y este es el tercero, hemos cumplido con nuestra promesa personal con el Camino, acercándonos un poco más al final, nos encontramos a 254 km de Santiago y ciertamente a partir de aquí, empieza una de las zonas más bonitas, los montes de León y Galicia, pero eso… será para la próxima aventura…