Todos los deportistas, compitan o no, saben que gran parte del éxito de enfrentarse a una actividad física depende de la predisposición mental que se tenga hacia ella. La actitud, la motivación o la gestión emocional son tan fundamentales como nuestro corazón, piernas o abdominales. Sin embargo, pese a que nos pasamos horas dando pedales, haciendo ejercicios de cardio, cuidando nuestra dieta o hidratando nuestros músculos, ponemos poca atención al entrenamiento mental.
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Lo mismo que elegir la bicicleta, el casco o las luces adecuadas es importante, también lo es saber encontrar las prácticas que mejor se adaptan a nuestra persona para poder mejorar a nivel racional y emocional.
Aquí van algunos consejos sobre dónde podemos acudir para ser más fuertes mentalmente: PNL
Seguramente a muchos les sonará eso del «coaching«, ya que en los últimos años se ha puesto bastante de moda. Se utiliza para referirse al entrenamiento de distintas capacidades personales -emocionales, comunicativas- con un determinado objetivo, que puede ir desde a cómo ser más feliz hasta cómo triunfar en los negocios, aunque estas técnicas se empezaron a usar en el mundo del deporte.
Lo que hace el coaching es poner en práctica técnicas de «programación neurolingüística» (PNL) que trabajan la manera en que nos relacionamos con los demás, cómo nos comunicamos o formas para conocernos a nosotros mismos. Esta parte es muy importante porque ayuda a las personas a saber cuáles son sus fuertes y debilidades, cómo potenciar unas y minimizar otras y, en definitiva, a cómo llegar a ser aquello que queremos ser.
- Objetivos: en PNL se trabaja con la consecución de objetivos a corto plazo para poder llegar a alcanzar una meta final. Esto es básico en bicicleta, no podemos pretender subir el pico más alto en la primera semana de práctica. Hay que ponerse objetivos claros y realistas para que la consecución de uno nos lleve a poder alcanzar el siguiente.
- Visualizar: una práctica muy común es la visualización de la consecución de objetivos. El hecho de vernos a nosotros mismos alcanzando una meta, ya supone la mitad del camino hecho.
- Motivar: existen varios ejercicios de motivación como por ejemplo el de la asociación. Se conecta, por ejemplo, un gesto o un sonido a un momento de felicidad para poder recurrir a él cuando lo necesitemos. Un caso clásico es el del tenista Rafa Nadal y su famoso «¡Vamos!» con el puño cerrado. Ese gesto le retrotrae a una actitud ganadora y a ocasiones pasadas en las que ha conseguido superar situaciones similares.
- Gestión emocional: plantearse las dificultades como retos en lugar de problemas o saber aceptar el fracaso, son logros que persigue la PNL pero que son herederos de la sabiduría popular («un problema sin solución no es un problema» o «una retirada a tiempo es una victoria»). Esa difícil cuestión de aplicar el sentido común.
- Gestión del tiempo: seguimos con el refranero, «el tiempo es oro». Pero, en este caso, más cantidad no significa mejor. Un poco de todo es mucho de nada. Hay que saber concentrarse en el momento y buscar tiempo de calidad.
Deporte mental
Probablemente menos complicado que el mundo de la PNL y más fácil de practicar para aquellos que no tienen necesidad de dar un cambio a su vida sino simplemente ser más fuertes mentalmente.
Ya sea el ajedrez, el póker, el dominó o el «Brain Training» de la Nintendo, la práctica con las neuronas se traduce en un mejor rendimiento sobre la bicicleta. Los juegos son menos inocentes de lo que parecen. Una disciplina como la del póker, que mezcla cálculo con psicología (para engañar al rival, básicamente), ayuda no sólo a mejorar nuestra capacidad de tomar decisiones y resolver problemas -a los que nos enfrentamos a diario en la montaña- sino también a controlar nuestras buenas y malas rachas y a pensar en el presente para poder avanzar al futuro.
Volviendo a Nadal, no es casual que el tenista firmase como imagen de una sala de póker online justo en el periodo de tiempo que estuvo apartado de las pistas por su lesión de rodilla. Y no es el único deportista de élite que ha empezado a jugar póker durante una lesión. Esta práctica les permite seguir en contacto con la competición, concentrarse en algo que no sea su lesión, evitar caer en pensamientos negativos, seguir siendo capaces de trazar estrategias de defensa/ataque, etc.
Tecnología
Igual que se utilizan los juegos para entrenar el cerebro, también se utilizan para motivar. Las aplicaciones que nos indican cuánto hemos recorrido sirven para que cada día nos esforcemos un poco más. El mayor espíritu competitivo es el de uno contra sí mismo. Además el hecho de poder compartir tus resultados hace que la práctica de deporte se convierta en una cuestión social más allá de quedar los domingos con los amigos.
Y no sólo las apps ayudan a estar más sanos por dentro, poder escuchar música mientras vas en bici o disponer de una pequeña cámara que sea testigo de esos grandes momentos que podemos encontrar en la montaña, son otras de las cosas que tenemos que agradecer a la tecnología.
Está demostrado que determinados tipos de música afectan a nuestro cerebro. El hecho de poder llevar una gran variedad de sonidos en el bolsillo, nos ayudará a encontrar ese empujón final que nos hace falta o esa banda sonora para observar el paisaje desde la cima. La recompensa también forma parte del entrenamiento.