Preciosa y exigente ruta que nos llevará a recorrer una gran variedad de paisajes, partiendo de Nigüelas en las faldas de Sierra Nevada, recorreremos el Valle de Lecrín, ascenderemos a la Sierra de los Güájares, descenderemos a las Albuñuelas y volveremos a cruzar el Valle para regresar al punto de inicio. El Valle de Lecrín es un entorno incomparable con un clima estupendo para la práctica de la bicicleta, pasando por parajes poco transitados y con unas panorámicas maravillosas, desde Sierra Nevada hasta el mar Mediterráneo.
La ruta: | |
---|---|
|
|
Preciosa y exigente ruta que nos llevará a recorrer una gran variedad de paisajes, partiendo de Nigüelas en las faldas de Sierra Nevada, recorreremos el Valle de Lecrín, ascenderemos a la Sierra de los Güájares, descenderemos a las Albuñuelas y volveremos a cruzar el Valle para regresar al punto de inicio. El Valle de Lecrín es un entorno incomparable con un clima estupendo para la práctica de la bicicleta, pasando por parajes poco transitados y con unas panorámicas maravillosas, desde Sierra Nevada hasta el mar Mediterráneo.
{loadposition anuncio1box}
Situados a la entrada de Nigüelas, en donde existe una plaza con una fresca fuente, perfecta para estacionar el vehículo, iniciamos el recorrido de hoy. Descendemos por la carretera de acceso al pueblo llegando en unos cientos de metros a la antigua carretera nacional 323 Motril-Granada, tomamos dicha vía, que desde la construcción de la nueva autovía, no tiene tráfico, en dirección Motril. En continuo descenso pasamos por el cruce con Acequias, por Lecrín y Béznar, donde ascendemos suavemente a la rotonda de acceso a Las Alpujarra y Lanjarón, tomando la salida que indica «Pinos del Valle/Embalse de Béznar».
En un momento nos posicionamos sobre la presa del embalse, bonito lugar para parar a tomar alguna foto del precioso paisaje y disfrutar de la magnitud de la obra. Estamos a mitad de camino entre las laderas de Sierra Nevada y las de la Sierra de los Güájares, hasta este punto hemos hecho unos diez kilómetros casi sin esfuerzo.
Desde la presa proseguimos por la carretera, ya en ascenso, a lo largo de varias curvas iremos ganando altura y por tanto dominaremos más paisaje, en el que apreciamos la extensión del pantano y hacia el frente de todo el Valle de Lecrín, cuya traducción se dice que es «Valle de la Alegría» y según otros estudios, «Valle de paso», pues era la unión de la costa con Granada.
Llegados a Pinos del Valle, en la primera rotonda que encontramos seguimos de frente, por estrechas callejuelas, buscando el cementerio, cuando le damos vista, tomamos una pista hormigonada en fuerte ascenso que nos lleva de nuevo a la carretera, la tomamos unos cien metros, tras pasar por un acueducto, abandonamos el asfalto y volvemos al hormigón por una pista que discurre entre huertos, campos de cultivo y fincas, en filando un amplio barranco.
A la derecha se eleva una gran cresta, a nuestro frente el collado que tendremos que alcanzar y a la izquierda se abre el valle que conforma el río Guadalfeo en su recogida de aguas de Sierra Nevada por su vertiente sur.
Nuestro recorrido por la pista, aunque en continúo ascenso, es curiosamente cómodo, pues sucesiones de zonas más duras, con otras con sus correspondientes respiros, nos permite ir ganando altura sin un gran derroche de esfuerzo.
Vamos pasando por distintos cortijos, casi sin darnos cuenta, ganamos la cresta que hace un rato nos parecía infranqueable, tras varias zonas más ensortijadas y empinadas, se abre un bosque de pinos y matorral, pues esta zona se ha visto afectada por varios incendios y son características sucesiones de zonas boscosas y otras desoladas en las que las aromáticas cubren el terreno.
Damos vuelta a la ladera para acercarnos al lecho del barranco en su parte más alta, dejando a la derecha unas cortijadas por fin damos vistas al pico de La Giralda, a sus pies se traza la pista que gana el Collado de Cerro Alto. Seguimos ascendiendo ahora por un tramo más arenoso que nos obliga a emplearnos a fondo, pero sabemos que ya estamos cerca de coronar la cresta. Cuando llega el momento, nuestros ojos se llenan del azul del Mediterráneo y nuestro corazón nos pide un respiro para disfrutar del mirador. Nos acabamos de incorporar al pista que asciende desde Güájar Alto, frente a nosotros la Guindalera, tras de ella el Mediterráneo, a la izquierda la Sierra de Lújar y el Conjuro, a la derecha La Giralda y el collado que nos queda por ganar y a nuestras espaldas, la Loma del Caballo y toda la ascensión que nos acabamos de desayunar.
La pista asciende suavemente por la ladera de La Giralda, en la cabecera del barranco que hemos ganado, un achuchón final nos sitúa sobre el Collado de Cerro Alto a los pies de la cumbre. Desde aquí un vertiginoso descenso, en el que debemos de extremar la precaución por lo arenoso del terreno, nos lleva a arrancar nuestro recorrdo por la cresta de la Sierra de los Güájares.
No tardamos en llegar a un punto más bajo en donde se inicia un fortísimo ascenso hasta el pico de la Albardilla, la pendiente obliga a dar lo mejor de uno para alcanzar el punto más alto. Corto, pero intenso. La pista de nuevo desciende y al poco se mantiene en un sube y baja más suave, cuando de nuevo damos vistas a el Valle de Lecrín, ha cambiado toda la perspectiva, iniciamos el descenso hasta el Collado de la Cruz Chiquitita, cruce de caminos que nos puede llevar a Los Güájares y la Costa Tropical.
Desde el collado, tomamos el ramal de la derecha que prosigue el decenso hasta las inmediaciones de un cortijo, a la izquierda dejamos una pista que nos llevaría al Área Recreativa del Chorrillo y la Carretera de la Cabra, prosiguiendo nuestro camino junto al lecho del arroyo seco.
Este tramo es muy rápido pues la pista va en descenso, es amplia y el piso es bueno. Cuando el barranco se abre, tras una corta ascensión damos vista a Las Albuñuelas. En las primeras edificaciones descendemos por una estrecha calle hormigonada, tomando a la izquierda una fuerte subida que nos lleva a una preciosa plaza-mirador con su fuente correspondiente, recomendamos llenar agua en una que se encuentra a 20 metros de la plaza un poco más abajo, mucho más fresca que la fuente de pulsador que se sitúa en mitad del mirador. Este es un buen punto para repostar agua, comer y descansar.
Descendemos por la calle hasta el centro del pueblo y proseguimos por la calle principal hasta la parada del autobus. Desde este punto iniciaremos un tramo compartido con la TransAndalus y el sendero de largo recorrido GR7 que nos ayudará a guiarnos con sus marcas rojas y blancas.
Este tramo del recorrido discurre por un sendero que circula entre bancales cultivados de frutales, chumberas, higueras, acequias… es un tramo muy bonito en el que se disfruta de la conducción de nuestras bicicletas. Finalmente el sendero desemboca en una pista que en descenso nos lleva a Saleres. Salvamos el río por el puente y tomamos una pista en ascensión unos doscientos metros, dejándola por otra que nace a su izquierda y que nos vuelve a llevar primero en descenso y luego en ascenso hasta Restabal.
Transitamos por las estrechas calles del pueblo hasta la carretera, pendientes de tomar dos tramos del GR7 que nos ayudan a recortar las curvas de la carretera y volver al río. Nos encontramos ante la cola del pantano de Béznar, justo en el lado contrario de la presa por la que pasamos esta mañana. Estamos en el punto más bajo de nuevo, por lo que toca ganar la altura de Nigüelas. Tras salvar el puente, bien indicado, seguimos por el GR7, de nuevo entre amplios cultivos de cítricos entre senderitos y pistas, entretenidos, vamos ganando altura casi sin enterarnos. No tardamos en topar con el arruyo del agua del río Dúrcal, que suele bajar bastante caudaloso, escalamos junto a su curso hasta llegar a un nuevo puente, donde tomamos a la derecha una nueva ascensión que nos llevará hasta Melegís, que dejamos a la derecha para continuar la ascensión, entre huertos, hasta Murchas.
A la salida de Murchas llegamos al amplio curso, normalmente seco del Río Torrente. Pasamos el puente y tomamos en ascensión por la pista que discurre por el borde del río. Ya tenemos de referencia a la derecha la antigua carretera de Motril y al frente el alto viaducto de la nueva autovía, lo que nos anuncia el final de nuestra etapa.
Con paciencia ganamos los grandes pilares de la autovía y bajo ella una fábrica de ladrillos que rodeamos en el sentido de las agujas del reloj. Seguimos la pista pasando bajo el ojo del puente de la N323, tras el cual se divisan las casas de nuestro destino. Seguimos junto al río hasta encontrar un puente que cruzamos tomando una ascensión asfaltada que corta la ladera y nos sitúa sobre la planicie del Valle de Lecrín.
En pocos metros, nos topamos con la carretera de acceso, que tomamos a la derecha en ascensión y que en cinco minutos nos sitúa en nuestro punto de inicio, habiendo cubierto este precioso recorrido, disfrutando de una amplia variedad de paisajes gracias a haber cabalgado entre distintas formaciones montañosas y el valle que las separa.
Un placer compartir esta preciosa ruta con todos vosotros.
{loadposition anuncio2}
Ortofoto interactiva de la ruta |
---|
Para descubrir algunas de las posibilidades de este sistema pasar el cursor por el perfil. La tecla TERRAIN ofrece combinar distintos modos de visualización que adicionalmente con el zoom (+-) aportará máximo detalle del terreno. Además la tecla MORE ofrece opciones adicionales de interés general. |
Fotos de la ruta |
---|
[widgetkit id=169] |