La Maratón de Madrid, el famoso MAPOMA, es la más multitudinaria de las maratones españolas. Famosa también por su dureza, algunas estrellas lo evitan porque saben que aquí no conseguirán batir records. Es imposible hacer en Madrid un recorrido llano, por lo que enfrentarse a sus calles es todo un reto para el que lo intenta, y un logro para quien consigue terminar. Pero, sin duda, su gran virtud es haberse convertido en una enorme celebración del compañerismo entre deportistas de todas las edades.
{loadposition anuncio1}
La ruta: | |
---|---|
|
|
El cielo llevaba varias horas encapotado y justo con el pistoletazo de salida empezaba a llover. Un punto de dureza añadido para una carrera ya de por sí con fama de dura, pero no creo que nadie se desanimara por ello. El ambiente excepcional del MAPOMA hace que el optimismo se cebe entre los casi 11.000 corredores que tomamos la salida.
Justo al acabar la ascensión en el extremos norte del recorrido, y cuando ya corremos serio riesgo de acabar empapados y coger una pulmonía, se hace el milagro, para la lluvia y en momentos puntuales brillantes rayos de sol se abren paso entre las nubes.
Por alguna razón, acercándonos al primer cuarto del recorrido tengo la corazonada de que la cosa va a salir bien. Será que los ratos de sol y el aire van secando mi ropa, será que este tramo es a partes llano y a partes ligeramente descendente, será que el público empieza a abundar por la zona de Príncipe de Vergara, será la música que sale de un balcón a todo volumen para nosotros, será que las piernas me están respondiendo mejor de lo previsto, pero, por unos minutos, disfruto de la experiencia como si Madrid fuera una ciudad nueva para mi.
Nos acercamos al Madrid más conocido. El terreno sigue siendo suave, y a ritmo de crucero constante atravieso Hortaleza, Gran Vía, Callao, Preciados, Sol, Calle Mayor, Palacio Real… Los puntos más populares de la cuidad van pasando ante mis ojos, o lo harían, si no estuviese tan impresionado por la cantidad de público que se arremolina a nuestro alrededor gritando y aplaudiendo. Me siento como la estrella de una fiesta y no puedo evitar cierta sensación de irrealidad.
Casi sin sensación de haber sufrido, alcanzamos la media maratón, en la Calle Ferraz, y empiezan a aparecer pequeños demonios en mi cabeza. Algún mínimo repecho empieza a ser más costoso de subir y la famosa y temible segunda mitad del MAPOMA me espera incógnita. La Maratón de Madrid: un duro reto incluso para los más osados…
Llegamos al Parque del Oeste y descendemos una acusada cuesta que nos acabará conduciendo a la entrada de la Casa de Campo. En algún punto ahí dentro, dicen, se alza el temido muro, ese momento en el que la balanza casi se decanta del lado de abandonar, en el que has corrido lo suficiente para estar terriblemente cansado, pero la meta está todavía demasiado lejos para sentir su presencia.
Los kilómetros a partir del 26 son bastante penosos. En el interior de la Casa de Campo el público desaparece, y le deja a uno a solas con sus pensamientos, en un paraje monocorde de árboles y asfalto. El terreno a ratos pica bastante hacia arriba y, ciertamente, la sensación de fluir desaparece. Las piernas me duelen, y mi espalda grita socorro, pero los astros deben estar de mi parte, porque el muro no aparece por ningún lado. Miro el GPS: mi ritmo de carrera se ha mantenido matemáticamente intacto, con variaciones de 4 o 5 segundos el kilómetro durante toda la carrera. Sí, el cuerpo se resiente, pero mi cabeza sigue en su sitio.
Salimos del parque, bordeamos el Manzanares y enfilamos hacia Atocha. Ahora la cuesta se empina. Tal y como indicaba el perfil de la ruta, los últimos 7 kilómetros no tienen ningún descanso. La pendiente a tramos es incluso bastante considerable, o será que con treinta y tantos kilómetros en las piernas uno pierde el sentido de la perspectiva.
Cruzamos Atocha y, por fin, el Parque del Retiro aparece ante nuestros ojos. Vale, aún hay que rodearlo, todavía son más de 3 kilómetros a meta, pero, salvo catástrofe, siento que la cosa está hecha. Si no me desmayo aquí mismo, de agotamiento o de emoción, en unos minutos seré maratoniano.
Ya llego a Alcalá, paso la enorme puerta de hierro del Retiro y me pongo a grabar mentalmente lo que sé que recordaré toda mi vida. Un arco amarillo allá a lo lejos, una amplia avenida de albero flanqueada de árboles y la gente, los cientos de personas que han ido allí a ver a sus seres queridos cumplir un sueño, una de esas cosas que todos deberíamos hacer al menos una vez en la vida: acabar una maratón.
{loadposition anuncio2}
Perfil 1 de la ruta |
---|
![]() |
{loadposition anuncio3}
Ortofoto interactiva de la ruta |
---|
Para descubrir algunas de las posibilidades de este sistema pasar el cursor por el perfil. La tecla TERRAIN ofrece combinar distintos modos de visualización que adicionalmente con el zoom (+-) aportará máximo detalle del terreno. Además la tecla MORE ofrece opciones adicionales de interés general. |
Fotos de la carrera |
---|
[widgetkit id=61] |