Crónica de mi Media Maratón de Praga

El cielo amenazaba lluvia, pero finalmente el sol vino a acompañar una buena parte de nuestro recorrido junto al rio Moldava. Con doce grados de temperatura y un entorno tan espectacular, todo indicaba que el resultado sería una gran carrera. Correr Praga se acabó convirtiendo en una experiencia excepcional, el la que todo salió a pedir de boca. Un diez para la deportividad de los corredores, un diez para la energía del público, y un diez para la eficiencia de la organización.

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El pistoletazo de salida se dio puntual a las 12 de la mañana, en la Plaza Jana Palache, junto al emblemático Rudolfinum de Praga. Los casi 5000 corredores nos apelotonábamos, ansiosos porque el camino se despejase y empezar a correr.

Tras seguir por la orilla del río unos 4 kms más, el recorrido se adentra en el centro vital y comercial de Praga, en dirección al punto medio de la carrera, en la zona de Narodni Trida. El público se arremolina, anima y aplaude como si fuésemos en la cabeza de la carrera. Aquí y allá, en puntos dispersos del recorrido, bandas de música de todas las clases, desde el Trash Metal al Folclore Local, dan alas a nuestros pies.

A la salida de Novo Mesta (la «Ciudad Nueva») la carrera empieza a hacerse algo más dura, no porque el recorrido sea más exigente, sino porque los kilómetros empiezan a pesar en las piernas, y porque, regresados a la orilla del río, dejamos la parte más vistosa del recorrido atrás.

En el extremo sur del recorrido hacemos un bucle en el que los que vamos y los que vuelven nos cruzamos, callejeamos un poco por una zona con menor interés «paisajístico», y en breve se invierten los papeles, y los que volvemos nos cruzamos con los que van.

Cruzamos de nuevo el río, ahora hacia la orilla Oeste, y la carrera discurre cerrando de nuevo un bucle por los bordes del Mala Stana (el «Lado Pequeño», justo a los pies de la colina de Petrin).

Nos dirigimos otra vez al Norte, devorando los últimos kilómetros que nos acercan al Puente Legii, que, una vez cruzado, marca el comienzo de esos últimos 1000 metros mágicos, esa recta final en la que el cansancio parace desaparecer, y casi flotamos entre los cientos de personas de todas las edades que animan a los suyos casi como fueran ellos los que corrieran.

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Perfil 1 de la ruta

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